domingo, 27 de diciembre de 2009

Muerte al gordo burgués

“Si un tipo gordo; barbudo y vestido de rojo entra a tu casa y te mete dentro de su enorme bolsa de regalos; no te preocupes; Papá Noel sabe perfectamente qué le pedí en esta navidad”. Ese mensaje mágico fue el que recibí exactamente a las 23:00 del 24 de diciembre pasado de parte de un número anónimo a mi celular. Yo, entre la duda que me carcomía para develar el remitente de ese desconocido y la desazón de saber que si Santa Claus llegaba, no iba a ser precisamente para regalarme el Chevrolet 400 con doble motor incorporado y válvulas H2 “Jay definition”, (envidia sana de Vin Disel); sino para raptarme de un sopetón y marcar tendencia en el aluvión de inseguridad; no sabía qué pensar…

Por suerte, nada de eso ocurrió, aunque les quiero develar algo que llegó a mi celular en los últimos días y que definitivamente no me caben dudas de que así ocurrirá.

“Si un tipo con facciones novedosamente extravagantes; labios extremadamente antihumanos; pómulos desorbitantes y una billetera con aroma a chocolate entra a tu casa, no te preocupes; mirá bien lo que te trajo Papá Noel”.

Quiero poner en evidencia lo desconcertado que me encontró tamaña obra del destino tecnológico que imponen los mensajes de texto. Intervinieron mi celular. No me quedó más remedio que ponerle un “Bueno” certero y contundente, en el estilo que tan mentado tiene en su haber mi vieja.

Pero pretendo descubrir qué hay detrás de todo esto. ¿Cuál es la razón determinante que impulsó a que recibiera ese simple SMS y arrollara instintivamente mis ilusiones de ver a Santa Claus en vivo y en directo?

Cual curioso empedernido en busca de la neta verdad oculta; me lancé hacia la historia con una minuciosidad detalla y aquí voy a pasar revista de mis conclusiones previas para que ustedes evalúen qué hacer en torno al tema.

El meollo de la cuestión está centrado en un acontecimiento profundamente triste para todos. Papá Noel fue secuestrado sin dejar rastros aparentes. Los datos que recopiló la Policía Federal transcriben una historia plagada de ramificaciones denigrantes, donde la droga, el tráfico ilegal de armas y las campañas políticas sucias están entre los ítems a analizar.

Según los rastrillajes realizados en las horas previas a esta navidad, un jefe de alto rango en la Policía bonaerense siguió las pistas de dónde pudo haber sido el nefasto acontecimiento en el que San Nicolás fue raptado. Es difícil decirlo de forma clara y concisa, pero el trineo que tantas veces se vio en la televisión de la mano de los renos que trajinaban la camiseta de un lugar a otro del mundo, se estancó en plena ruta. Lo paradójico es que fue vía Pergamino, donde Santa, según datos preliminares, debía pasar hace dos semanas para corroborar el estado de algunos juguetes en mal estado que llegaron desde Asia. En pleno matorral, el trineo no lograba divisarse con total nitidez, pero la Policía armó un gran operativo y luego de encontrarlo lo llevó para hacerle peritajes en un taller de la zona. ¿Dónde está Santa Claus? Su transporte está. Los regalos estaban. Sin señales de Rodolfo y compañía, los mensajes como el que me llegó hace unos días comenzaron a multiplicarse.

Con el solo objetivo de descular esta trama secreta, me desvivo para darle cause a tamaña causa internacional. ¡Papá Noel fue secuestrado! Lo repito a viva voz.

Gente idónea actúa en el caso. Como fiel creyente de la Justicia, aporté mi ayuda y testifiqué lo necesario para develar el misterio. Según parece, una organización clandestina hizo las veces de apoyo logístico y material para contrarrestar en esta oportunidad la vuelta al mundo de Santa. Ayer nomás, en pleno prime time, América TV puso en pantalla a una serie de personajes encapuchados con la leyenda: “Muerte al gordo burgués”. Cuando lo vi, me costó encontrarle un hilo conductor a toda esta tramoya. Es que la divinidad de los medios de comunicación nunca se quitan de su línea. Performateado hasta las últimas consecuencias, uno ya no tiene idea para dónde direccionar sus ideales y escucha lo que escucha.

Mi abuela repite hasta el hartazgo que “en este país no se puede vivir”; sostiene que la inseguridad nos “está consumiendo a todos” y pontificó un paredón elemental donde arremeter contra esas unidades de delincuencia que nos hacen la vida imposible. “!Estos encapuchados de mierda me vienen a joder la navidad!”, sentenció antes de apagar la televisión.

Pluralidad de voces en sintonía; prendí ante el silencio, la radio. El dial cayó donde ya estaba determinado desde la mañana anterior. Radio 10 es el mandamás de mi información ahora y el “Baby” Etchechopar hace un monólogo de las ventajas y desventajas del secuestro del hombre de rojo.

“Es fascinante esta historia. Si Papá Noel fue secuestrado o no, eso lo determinará la Justicia, pero nosotros tenemos que dar nuestro parecer y sinceramente creo que esto es obra y gracia de Hugo Chávez”, escupió al aire el “Baby” de la gente.

¿Venezuela detrás de todo esto? El Grinch caribeño, según dicen. “Expropiando los juguetes y repartiéndolos con su mano invisible; el Hugo hace de las suyas”, aportó al instante C5N, cuando logré prender el televisor que con tanto odio había apagado mi abuela.

Ese odio la consumió y obró en consecuencia. No paró hasta conseguir algo, y ahora como quien no quiere la cosa se encuentra frente a la embajada de Venezuela, acampando con sus nietos y otras 100 mil personas que detestan lo que está ocurriendo. Ya llevan más de 36 horas. Hoy mismo le alcancé, en vísperas de la navidad, un pan dulce para que reparta entre todos los muchachos que la acompañan en esta cruzada anti chavista y en Pro del señor de colorado (el barbudo, no vaya a confundir).

Yo ya no entiendo nada. Intento concatenar los datos y Santa no aparece por ningún lado. Le dejé mi carta bajo el árbol de navidad que diseñé y espero con ansias que aparezca.

Les voy a comentar cuál fue mi pedido, quizás si no está San Nicolás, alguien se apiade y me conceda un regalo por el estilo. Pasajes a Sudáfrica para ver el Mundial de fútbol. Es simple. Es claro. Por las dudas ya tengo planeado un par de tratativas que me concedan el honor de estar en el continente negro.

Una posibilidad es entrar de lleno en la comitiva de Gobierno. Tal vez allí tenga un lugar privilegiado. Casi llego a ver la definición entre Uruguay y Argentina hace unos meses, pero contactos más avanzados de otros tipos, me ganaron de mano. Quedé caduco en la lista antes de tiempo. Mi candidatura fue testimonial, de buenas a primeras. No me convence mucho.

Otra posibilidad es salir hoy mismo en barco, hacinado, apretado hasta los dientes; con miedos irrepetibles y una aventura por descubrir lo que se siente. Los muchachos que me recibirían tienen una larga experiencia en este sentido; quizás los contacte por Internet previamente y les pida un par de consejos al vérmelas con tantas desventuras por presenciar. Tampoco me convence mucho.
Por último se me ocurrió quedarme tranquilo en casa. Sentarme en el sillón más cómodo de la sala y ponderar los resultados de nuestra Selección a través de la televisión. Total, el fútbol es para todos.

Pero volvamos al tema original y no nos desviemos por la tangente. Papá Noel no aparece. Chávez es el principal sospechoso. Los medios me lo repiten a cada rato. Una y otra vez…

La Iglesia, por su lado, pone sobre el tapete su postura significante: “Pontificamos en la más grata de las bondades por la paz y el amor eterno que se intensifican a cada paso que brinda hacia adelante esta honorable humanidad que se ha dado el gusto de vivenciar hechos totalmente profundos; y hoy ante la maratón de acontecimientos superfluos y entre el magma de las banalidades, busca de forma denodada a quien le prendió una luz de esperanza al nacimiento del niño Jesús y usufructuó con regalos a cada uno de las personas de este entrañable planeta”. El lio de palabras mareó al editor del diario dominical de la mismísima Santa Sede.

No sé cuál será el destino de este abominable suceso. Tengo miedo de no recibir mi regalo. Tengo terror de pensar en un desenlace fatal para Santa Claus. El gordo burgués está en riesgo.

Hoy a las 00:00 levantemos las copas y pidamos un único deseo: Que aparezca Papa Noel y nos brinde alegría ante un próspero año nuevo…

jueves, 19 de noviembre de 2009

Poeta erótico

Yo busco el placer terrenal...

Exploro la sensación particular...

Indago el panorama presente al tacto...

Ausculto la fisonomia con minusiocidad...

Verifico la expresión sensorial de cada punto cardinal...

Inspecciono todo gesto elemental de similitud acariciada...

Sentencio cada mirada letal que sucumbe en ese preciso instante...

Sobrepaso el límite sospechado frente a cada envión explícito...

Rompo el esquema figurativo que refuerzan las sutilezas aparentes...

Desvisto el velo escondido que remarca lo desconocido...

Doy paso al instinto que el humano soltó...

Desciendo al sitio inexpresivo de la máxima expresión...

Asciendo al lugar donde la razón paga pensión y manda la pasión...

miércoles, 18 de noviembre de 2009

Clark Kent...

Notario evaluador de hechos comprobables...
Voluntarioso y pertinaz buscador de verdades...
Austero sacerdote de la desconfianza pública...
Desentrañador de intrigas...
Acrata furioso lanzado contra todos los abusos del poder...
Ojos y oídos del pueblo...
Develador de injusticias...
Indagador del presente...
Periodista tal y como fuera construido por el deseo de la libertad...
Dibujo social del hombre poderoso y débil con un oficio más digno cuanto más humilde...
La utopía del periodismo...

***Tato Contissa

miércoles, 11 de noviembre de 2009

El reino del revés

“Es un pueblo digno de su historia. Es una patria justa; soberana y con interés en su futuro. Somos los herederos de un terreno fértil en fortalezas y carisma. Ganamos el prestigio por lanzados a una victoria irrefutable que nuestros antepasados festejaron con evidente alegría. Somos los responsables de que este sistema siga funcionando con la grandeza que se merece. Prepárense para la guerra todos aquellos que no tengan la suma intención de continuar este legado grandioso que le ha dado Dios a este país tan formidable. Me arrodillo ante vosotros. Somos un reino en serio…”.

El preámbulo de la constitución es muy fácil de aprender para aquellos que cada año juran la bandera y suplican al cielo la inexorable circunstancia que le dio la vida de transcurrir su paso por el mundo, en estas tierras bendecidas por el orgullo.

Les voy a contar quien soy. Esa es la manera de comenzar, ya que si no, van a notarse perdidos a lo largo del relato y se quedarán preguntando una y mil veces: ¿Por qué pusiste ese título si no tiene nada que ver con la historia que contás?
Bueno, no sigan todo al pie de la letra muchachos.

Mis amigos me dicen Felipe. De hecho, mi documento también dice Felipe. Soy un historiador sagaz, consciente de los hechos que hicieron las veces de parangón suculento y los quiebres en ese mismo devenir histórico. Las transformaciones en los paradigmas son mi especialidad, pero mayor es mi curiosidad cuando me topo con tramas secretas que ningún otro colega haya podido descubrir. Tengo una simpatía extrema; explico las problemáticas con una lucidez envidiable y además conformé una nueva manera de contar la historia. Es por eso que la gente me quiere; me respeta y más aún: volvió a leer los sucesos históricos gracias a esa posibilidad que les brindé.

Como diría mi sobrino: “Esa forma de contar las cosas van como pigna; tío”. Sepan comprender. Mi sobrino tiene problemas para pronunciar la Ñ. Algo que es hereditario.

Estos son datos que poco tienen que ver con lo que les pensaba contar en un principio. La verdad es que cuando lo vi en los diarios no lo pude creer, pero mejor les paso a explicar con lujo de detalles.

La semana pasada ingresé a la biblioteca nacional “Cuatro cabezas piensan mejor que una” (sí, así se llama la institución) y me topé con datos certeros sobre un asunto muy peculiar.

Resulta que hace decenas de años, en un territorio alejado de la enorme urbe capitalina, existía un pueblo ínfimo; muy pequeño y dominado por un poder bastante anacrónico. Es que en pleno auge de los parlamentarismos y la democracia puesta en boga, en el lugar al que hago referencia existía un hombre, que según sus propias palabras que se transcribían en un documento añejo y ya prácticamente destrozado por el paso del tiempo: “Acá se hace lo que yo digo y me la banco. Le pongo el pecho a las balas y esto se demuestra a cada paso que doy”.

Es así como el extraño dictador comenzó a lanzar decretos particularmente curiosos al aire y todos los ciudadanos de ese pueblo debían cumplir las benditas peticiones del señor.

A modo de lista de supermercado salen con fritas los siguientes pedidos:

Comunicado número 1.

Nadie debe bailar con los pies

A partir de ahora: 2 + 2 da como resultado 3

Los bebes deben usar barba y bigote

Desde hoy, un año durará lo que un mes.


Estas son algunas de las locas ideas del presidente honorario del pueblo en cuestión.

Pero hay una ley, de las primeras que me quedé analizando, que se refería a la importancia de la actuación de los medios de comunicación.

Según el decreto 22.222; los títulos en los periódicos deberían contrastar absolutamente con lo que se diagrame en el cuerpo de la noticia. Ergo, cada uno de los postulados en gigantes letras negras a la hora de llamar la atención, deberían contradecir de una vez y para siempre todo lo que diga posteriormente el periodista en los párrafos siguientes.

Así fue como en una de los primeros informes periodísticos regidos por la nueva ordenanza, el gran diario del pueblo tituló:

“El que quiera venir que venga; que le presentaremos batalla”

En la bajada de la nota se ampliaba diciendo que los dichos eran propiedad de un presidente de facto de un país vecino que impulsó desde sus palabras la inmediata necesidad de luchar en una guerra ante el imperio opresor. La nota en sí, hacía referencia a los pronunciamientos de un borracho, que tirado en una esquina, a metros de un bar céntrico, jugaba a la batalla naval con un poste de luz y al que pretendió ganarle amenazándolo ferozmente con aquellos dichos. La cuestión es que (todo según la nota redactada) el alumbrado no se movió de su infranqueable lugar y el mismísimo borracho se sumió en la más dura de las derrotas.

Hundido…

La formidable utilización en combinación del título y su texto correspondiente fue un elogio rotundo para dar el OK a tamaña ley emanada desde el Ejecutivo.

Este método periodístico fue ganando adeptos con el correr de los años, y el pueblo comenzó a entender cada vez más, la manera de tratar la realidad que tenían los medios de comunicación.

Un amigo periodista me contó de qué se trataba toda esta perorata informativa que se usaba en aquellos tiempos.

Mario me explicó a la perfección este formato novedoso.

“Se trata de la inversión del orden de la información”, se envalentonó con sumo interés.

“Una veintena de datos hacen a una noticia. Todos deberían confluir al cumplimiento de las preguntas básicas que el periodismo ha clavado en el frontispicio de su fatua catedral: “Qué, quién, cómo, cuándo, dónde y por qué.” Este listado parece más una regla nemotécnica que un procedimiento narrativo, aún cuando sea las dos cosas".

Cuando comenzó su explicación sobre la importancia del periodismo en la actualidad y su formación ética que se vanagloria hoy en día, yo aún me había quedado inmerso en la palabra: “Frontispicio”. ¿Qué carajo será? Ni a Simón Bolivar lo he visto documentar esa palabra en alguno de sus discursos.

Pero Mario continuaba su clase de ética periodística:

“Como ovejas arriadas por unos necios pero pertinaces perros pastores, la veintena de datos que hacen a la noticia son acorralados en la necesidad del título. Si lo que hace falta es un caso de “acoso sexual”, cada dato-oveja que pueda por ambigüedad o imprecisión alentar la sospecha es traído al frente del corral, hacia la zona de la primera mirada del lector, oyente o televidente. Por el contrario, los datos-ovejas que impongan dudas sobre la veracidad del título deberán ser confinados a los fondos del corral o directamente desalojados”.

Mario ya empezaba a preocuparme por su estado de salud mental al involucrar a los datos con ovejas y el acoso sexual. Quizás sea un pastor reprimido, todavía no lo sé. Esos gustos no están a mi alcance de historiador.

Pero lo importante lo voy entendiendo y así le doy un pantallazo de lo que creo haber comprendido de su entusiasta explicación.

Parece ser que los medios de comunicación se apropiaron de ciertos métodos que se legalizaron de la mano de este patriarca desquiciado y entonces cuando dijo a viva voz que no debería haber congruencia entre el título y la nota periodística, los muchachos de la pluma fácil decidieron de buenas a primeras llevar a cabo esa promesa y a partir de allí los relatos modificaron su veracidad. Ahora la necesidad de un titular fuerte es fundamental para atraer la visión del público.

Naturalmente la quimera es abrir las mentes de la audiencia para que lea desde el vamos un título alentador y conciso que le permita conocer la realidad a su manera y luego en el texto que jamás será leído de forma íntegra, contar lo que se les dé la gana… total nadie se dará cuenta que hablan de otra situación.

La inversión de la noticia está a flor de piel y entonces un mecanismo que inauguró un loco se transformó en éticamente posible para todos los medios de comunicación.

Así fue cómo leí anoche algo que me hizo sonreír.

El presidente extraño dijo el 6 de noviembre de vaya uno a saber qué año:

“Hay que ir al baño con linterna”

En un nuevo decreto particular del pueblo olvidado, los medios pusieron en tela de juicio ese título que conmovió al público, que ya pensaba dónde conseguir pilas a las 4 de la mañana si por casualidad caducaban su utilización en el mismo momento que la naturaleza llamara por las noches.

Pero la nota hablaba sobre los ahorros fundamentales, en el transcurso de un periodo importante, de la energía que estaba en baja. La necesidad de imponer ciertas ideas para no gastar en desmedida esos recursos que le son bendecidas al pueblo.

Y los medios siguieron al pie del cañón lo que la ley anterior decía por más que pudieran crispar los ánimos del público con el presidente.

La inversión de la noticia es hoy un paradigma más en las formas de manipulación informativa y todo se lo debemos a una ley extraña nacida de la mente de un loco.

Esos son los hechos que hay que relatar en la historia. Darle un vuelco de 180 grados a cómo contar lo que sucede en el devenir histórico. Algo parecido a lo que hacen los medios de comunicación.

No sé si el título del relato tendrá que ver con el texto, pero realmente es muy interesante este reino del revés…

miércoles, 4 de noviembre de 2009

El Guasón bahiense

Michael se eleva por los cielos con una plasticidad mágica que jamás se ha visto en la historia de este deporte. Estira el brazo derecho como si fuese un “boby-goma” de color. Encesta el balón y los dos puntos por esa volcada le dan la victoria a un equipo de por sí extraño. Al gran Jordan lo abraza Bugs Bunny. Le da vueltas alrededor, cual remolino enfurecido, un Demonio de Tazmania alegre porque no será esclavizado hasta la eternidad por aquellos marcianos de una galaxia lejana. Lola Bunny somete a todos sus artilugios de seducción y mientras le da un beso sutil y certero al enorme basquetbolista negro, el conejo azul (perdidamente enamorado de ella) se queda mirando atónico.

Michael salva el día. Es un gran campeón y el básquet está de para bienes. En un salto espacial (para los extranjeros: Space Jam) vuelve a tierra firme, donde la aburrida y cotizada vida del ex número uno de la pelota naranja se deviene en un banquito esperando el Home Run de otro deporte típicamente norteamericano (que en estas líneas no voy a traducir, porque tampoco entiendo).

¿Acaso nosotros no tenemos el orgullo de ser los números uno en todo? Y entonces el mundo que se deleite. Michael, no te pongas celoso de Manu, pero si vos pudiste dar algunos pases y rebotes en el tablero con el Pato Lucas y todo el universo caricaturesco de la Warner Bros… ¿Por qué nuestro compatriota argento no podía llamar a Bruno Diaz y aliarse a un espectáculo único?

Bueno, el show-time no se dio del todo en la cancha, pero sí de la mano de los medios de comunicación que tomaron la noticia de una forma claramente marketinera.

Paso revista de lo sucedido:

A Ginóbilli lo conocen todos, imagino. El loco nacido en Bahía Blanca tuvo una idea magistral en medio de un partido oficial en el inicio de la temporada regular de la NBA (National Basquet Asociation –o castellanizado: Negros Bien Altos).

Luego de un rebote formidable tomado para anotar un triple fascinante y con el deleite inesperado de todo un público ávido de grandes acciones del Show, Emanuel vio a un murciélago dando vueltas por el perímetro de juego. Analizó brevemente las posibilidades concretas de tomarlo con sus manos y quitarlo de un impulso para que no interrumpiera el desarrollo del encuentro.

Análisis en la cabeza de Manu:

“El murciélago (pongámosle Graziani) está entrometiéndose en un terreno indebido. Es menester de un gran hombre como yo, sacar este estorbo del lugar que no le corresponde. La temperatura ambiente ronda los 24 grados Celsius. La mano está sudada luego de 30 minutos de juego intenso. La toalla para secarme está lejos, al otro lado del perímetro, en un banco de suplentes repleto de compañeros embobados con la rubia terrible que lanzo un grito estremecedor desde la tribuna inferior, al ver al bicho volador en medio de un partido de básquet. Soy el único capaz de atraparlo y continuar como si nada. La velocidad inicial es de cero. Estoy en punto muerto pero debo alcanzar una velocidad final cercana a los 21 kilómetros por hora para entorpecer de un sopetón el vuelo furibundo del animal. A la cuenta de tres y sin que me vea el árbitro voy a salir disparado a enfrentar a Graziani. Uno… dos… yaaaaa!”.

Todo el mundo está desconcertado. Mientras los negros bien altos de su equipo luchaban en la mitad del campo por una agresión fortísima que determinó la expulsión de un par de jugadores y la batahola acostumbrada en este tipo de eventos; Manu quedó atónito. Con una sonrisa de oreja a oreja, saludaba con estilo, a un murciélago estropeado.

Halloween daba para todo. Incluso la participación en un partido de este calibre, de un animal de las noches, que por su ceguera no pudo evitar la atrapada a lo jardinero derecho de un Manu atento.

Los medios hicieron su parte y la banalización es obra y gracia de este mecanismo inquisidor.

Un loco profesor me dijo hace poco:

“Banalizar es conferir anestesias y castraciones a lo que puede no ser banal. Eso es más que peligroso, sobre todo si se ejecuta sobre realidades que el ser humano tiene como vital el comprender”. Yo no entendía ni J; pero él seguía.

“Los dispositivos productivos trabajan una suerte de estandarización sobre los hechos que alimentan la maquinaria informativa. Por cierto que esto no es patrimonio de ningún medio en especial, sino una decisión productiva que se aloja en la totalidad del sistema mediático con mayor o menor evidencia y que busca calar hondo en el humor y el temperamento de las audiencias”. ¿Qué dice este tipo?

Cerró la idea con esta frase mortal: “Nada es tan importante que merezca ser tratado de otra manera que no sea la manera de los medios y nada es tan poco importante que no adquiera relevancia cuando es tratado por los medios de comunicación”.

Ahora sí entendí.

En los medios de comunicación entra en escena algo llamado banalización y como tal, utilizan ciertos parámetros informativos que desvirtúan la realidad de la cual emanan como hechos aislados, pero concatenados, a la vez, por un contexto evidente.

El partido de básquet es uno más de los tantos que existen por temporada en la NBA, la liga más importante de este deporte, en el mundo civilizado.

La sección deportes en los medios se nutren de esas informaciones. Es algo habitual y no deja librado nada al azar; más si Manu Ginóbilli, argento por naturaleza y un ejemplo a seguir por su porte y mensaje constante a los chicos fanatizados con el bahiense, entra en escena.

Pero los medios encontraron una veta que Manu les dio como un alimento crucial para la subsistencia de una noticia anodina que sirve para anestesiar de entretenimiento al público.

El profe loco me había sugerido la idea y ahora lo comprendo. Me vuelven a la cabeza ciertos párrafos de su explicación sobre el tema:

“El hombre es un tipo que se arroja a su sofá al final del día, y hay que brindarle una información que le ingrese casi osmóticamente. Y no hay que preocuparlo demasiado, pues seguro que la preocupación le movilizará el pulgar del zaping, que cae con la misma fuerza asesina que el pulgar del César en los circos romanos. Por eso banalizar es una acción imprescindible”.

Entretener es el magma de donde deben salir las informaciones y las noticias; sólo buscan satisfacer esa característica. La clave en todo esto es someter la precisión y la búsqueda de veracidad en las noticias a un rastreo elemental de entretenimiento, ya que esa es la piedra angular para entrar en el diagrama informativo.

No es pertinente poner a pensar al tipo que nos está viendo; escuchando o leyendo, sino que primordialmente hay que desestructurarlo, darle masajes placenteros de obras descafeinadas provistas de una azucarada realidad leve y sin trasgresiones al mal gusto. No se debe ahuyentar con pesadez porque cae pesado a la hora de la cena.
Lo importante es alivianar ese peso con toques mágicos de aromatizantes en barata que sirven de anzuelo para pescar a un público que sabe y pretende lo que quiere.

A esa audiencia abúlica se la alimenta con dosis sutiles de desinterés e informaciones marcadamente desinformantes. Entretener es la cuestión más elemental. Banalizar es su nombre de pila.

Manu hizo las veces de un villano de turno al que Batman hubiese atacado con sus artilugios de superhéroe sin superpoderes.

Los medios reprodujeron lo que hizo Ginóbilli: hoy es un “Cazamurcielagos”; el mejor plagicida del momento y un ídolo de multitudes en Internet a partir de la innumerable cantidad de videos que se subieron a la Web con su fascinante atrapada del murciélago.

Los periodistas poco más y casi le hacen una entrevista al mismo animal que fue agredido por el basquetbolista. Creo, además, que llamaron al mismísimo actor que encarno al hombre murciélago en la película; y Manu ya anda buscando el número de teléfono de Gatubela. Son escollos en los cuales hay que meterse cuando entretener es la idea principal.

Manu andá a darte la vacuna antirrábica; ese murciélago está enojado…

Michael está envidiando a su colega. Bugs come zanahorias como nunca antes, de lo ansioso que se pone al saber que Batman es más importante que él. En fin, todo puedo ocurrir en plena noche de Halloween...

jueves, 29 de octubre de 2009

Atento

“La primera idea que se me vino a la mente es que ustedes escriban algo que empiece justamente con esa frase”. Lo miré atónito. ¿Qué me habrá querido decir este boludo?

Atento, hilvano.

Aristóteles se afeita con una Guillete Prestobarba Excel. Se persuade retóricamente del uso científico de la navaja.

Diego Armando, pensante y sereno como pocos, analiza la jugada con una rigurosidad evidente. “Diegote” da un pase magistral que deja solitario al delantero frente al arco. Grito de gol desaforado. “!!!La tenés adentro arquero… anda a buscarla!!!

Andrés escribe una canción en su sillón verde limón. Un temón del montón termina de un sopetón su colección. La rima se cansa y lo insulta en la cara. ¡¡¡Dejá de usarme para decir pelotudeses!!!

María Elena se reúne con Rodolfo. “¿Vamos a ver cómo es el reino del revés, Rodo?”. “Estamos inmersos en él Mary… mirá dónde estoy”.

Federico, “el Alemán”, revoca la pared que da al fondo de su casa. A martillazo limpio despeja los escombros. Pretende dejar todo listo para cuando llegue Sara, o sino está muerto. ¡Que Dios Lo ayudé!

Gabriel lanza su obra póstuma. Mi abuela cumplió 100 años y cree que el libro es dedicado a ella. ¡Ay Sole! Yo te regalé un poncho…

Miguel se fue de gira. ¿Quién sabe cuándo regresará? Sinceramente, si ponemos blanco sobre negro… es un buen cantante…

Ringo se creía una estrella. Paul se asombraba de su vanidad y entró en guerra. George, enojado, consideró al grupo una selva y se fue. John, mientras tanto, rezaba por la paz. Imagino a los 4 jugando al truco en un submarino amarillo… Déjenlos ser…

No sé qué me habrá querido decir con aquello. Si deseo dejar de decir boludeses debo estar más atento…

martes, 27 de octubre de 2009

Lobo del hombre

Hay que reconocerlo; el tipo la hacía bien. Tenía que sufrirnos una y otra vez, pero se las rebuscaba para mostrar, al menos, un poco interesante lo que es prácticamente aburrido para el 98% de la sociedad. Hoy me acordé de él. Por algo será…

Su nombre es Pablo Bana, y era el profesor de historia en el colegio. Por si fuera poco andar hilvanando datos sobre Juan Manuel de Rosas y sus peripecias en el gobierno de la Buenos Aires añeja; o los incontrastables apuntes que analizaba en medio de la clase sobre la tardía unificación alemana e italiana en las últimas décadas del siglo XIX; el maestro tenía otra gran pasión con la que intentaba abrir las cabezas de sus alumnos.

A saber: La siempre malograda “Teoría política”, que dotada de un material sumamente abultado, apuntaba justo a las mentes de los pibes con sutilezas mágicas.

Imagínense ustedes la siguiente situación: Obligado a mostrar el panorama de los teóricos contractualistas (unos filósofos piantados que lo único que desean es el sufrimiento de los estudiantes) que inspeccionaron el panorama social de sus respectivas épocas para intentar entender con una minuciosidad evidente, cómo se construye la relación entre los individuos y la sociedad en la cual desempeñan su vida cotidiana. Y así saber cuál era el mejor método en la utilización de un Estado y un Gobierno central capaz de darle las mejores herramientas a esos individuos para vivir en paz y armonía.

Si me fue complicado explicar en 5 renglones; pónganse en el lugar del pobre profesor que debía abrirnos las cabezas a unos jóvenes de 17 años, que en lo que menos pensábamos era sobre la “Voluntad general” de los pueblos en su desempeño democrático. A decir verdad, lo único que recordaba de esas clases eran las frases sagaces de estos autores. “El hombre es el lobo del hombre”, se repetía hasta al hartazgo.

Y así fue como Bana sacaba sus armas de seducción: “Yo sé que a ustedes les chupa un huevo estas cosas que les digo. Son datos que no tienen importancia y realmente si yo fuera ustedes estaría insultando al profesor a dos manos; pero aunque no lo crean, este quilombo de formas de pensar son fundamentales para su vida y deben entenderlas para su bien. Les va a servir mucho en el futuro”. Los cambios abruptos entre la furia y la compasión iban variando según la temperatura ambiente.

El profe seguía: “Sinceramente para mi es una mierda dar esta clase a ustedes; yo preferiría hablar sobre la goleada de ayer que le hicimos a los amargos de Banfield” (sí, Bana es hincha de Lanús como el que escribe estas líneas… y esa goleada nunca ocurrió, pero permítanme tener un poco de imaginación).

Realmente, el tipo era un personaje extraño y hacía lo imposible para mostrar entretenido algo que es netamente insoportable.

Así explicó una de sus clases memorables: “¿A Norberto Bobbio lo conocen? –las caras disimulaban una perplejidad evidente--, bueno; hoy lo van a sufrir como nunca. Van a desear nunca haber escuchado hablar sobre él. Hobbes es un muchacho paranoico que se la daba de guapo y no se levantaba una mina. Decía a viva voz que todos los hombres eran egoístas; desquiciados; arrogantes y vivían de sus impulsos a cada minuto. Para que puedan sobrevivir a tan nefasta realidad que muestra la naturaleza humana; lo mejor era armar un Estado fuerte, potente, ágil y emblemático que no le dé lugar a dudas para actuar y así someter al hombre en este camino hacia la armonía”. (Todos se quedaron pensando en lo boludo que era el tipo, que no se podía levantar una mina).

Pero Bana no desistía en su comentario: “El guacho la tenía clara. Había que poner mano dura porque sino los hombres se matarían entre sí. Agradecemos al absolutismo monárquico que nos brindó la libertad para vivir; que es nuestro más preciado derecho. ¿Los demás para que los quiero? Que se los quede el Estado. Entonces cedían todas sus libertades, por la más importante: Vivir. Como somos unos humanos pelotudos que no sabemos vivir dignamente con la paz interna; debemos llamar al Estado para que nos ayude en ese camino. Unos vivos bárbaros somos…”.

El profesor imponía su esfuerzo para simplemente entretener con algo que no resulta en lo más mínimo entretenido. Era la magia de Pablo. Banalizarnos.

Independiente está a punto de inaugurar su nuevo estadio que tiene una similitud muy grande a las enormes estructuras del futbol inglés. Una piedra angular inigualable en medio del subdesarrollo. La edificación cuenta con herramientas únicas y una tecnología de punta… --punta que aún no alcanza en su nivel futbolístico--. Colón es el rival y los pibes van a salir a la cancha con el objetivo de disfrutar de un espectáculo eterno que quedará en el recuerdo de todos sus hinchas.

El mismo recuerdo que me quedó al ver las imágenes por televisión de un hecho delictivo particular, pergeñado por simpatizantes de su vecino de enfrente al que denominaremos “Academia”. Celos; envidia; tristezas por realidades diferentes; resultados desfavorables; todo es un combo para que la pasión explote de forma malsana y algunos para canalizarla no tienen la mejor idea que mostrarla agresivamente.

Así fue como la tele aclamaba: “Varios hinchas de Racing entraron a punta de pistola por la noche a las instalaciones del `Rojo` y dejaron pintadas en las paredes adyacentes al estadio. Destrozos de equipamientos; maltrato de personal de seguridad y los mensajes mafiosos estaban a la orden del día”. Policial puro; se comenzó a desvirtuar para entretener.

Es deporte. Hay que darle un toque más relajado. Mayor flexibilidad. No tan rígido con las informaciones. Vamos a brindarle un poco de entretenimiento; ese es nuestro objetivo de hoy.

Entre las pintadas en tonos celestes me pareció ver una frase que difícilmente sea pronunciada por los “hinchas caracterizados”.

“Entre la información entretenida y la información concebida como entretenimiento hay una gran distancia”.

No sé si fue un golpe de vista o un recuerdo borroso que me quedó de la noche anterior, pero al ver las imágenes de las agresiones y el tratamiento que le brindaron los medios, pensé en Bana.

La noticia buscó únicamente divertir y distender a un público cansino que no tenía ganas de pensar. El folclore del fútbol hizo su aparición en escena y el duelo de hinchadas estaba instalado. Las agresiones eran parte de un montaje archiconocido al cual había que darle lugar entre los rayos catódicos.

Lo que pretende el público es entretenimiento puro y es por eso que tratamos la información como tal. Ahí salen a flote los personajes del momento hablando en el mundillo del fútbol, lo que significa esta embestida contra las instalaciones del “Rojo” y lo aún más trascendental: las envidias que subyugan en el interior de los hinchas de la “Acadé” al ver a su eterno rival en un progreso evidente.

Así es como el locutor pone de manifiesto los mensajes de la gente entre los que se recuerda todo el trayecto que vivenció Independiente, siendo inquilino en la cancha de Racing durante un par de campeonatos hasta que finalizara la construcción de su casa.

Banalizar es la prioridad y en vez de darle un cause funcional a lo que pasó, entendiendo lo grave de la situación sobre un clima futbolístico hostil que se contagia de una realidad violenta de por sí concisa sobre otros puntos sociales; se toma todo lo contrario y se impone el bendito folclore futbolero.

Como si la pintura celeste que se derramó en las tribunas de la cancha fuesen una obra de arte del mejor expositor rupestre imponiendo una nueva tendencia en el escenario deportivo, cuando eran las cuatro de la mañana.

Es fundamental comprender ese funcionamiento que lleva a hinchas de un club, realizar estos actos delictivos porque repercuten en la sociedad.
Algo parecido ocurrió la semana anterior cuando el jefe de la barrabrava de Chicago fue ejecutado en pleno asalto que intentó cometer a un supermercado, cerca de la cancha del “Torito”, en Mataderos.

¿Qué pasó? Chicago tenía un partido importante al día siguiente y parte de una de las facciones de la misma hinchada caracterizada empezaron a tirar proyectiles al juez de línea. Sagaz, el tipo esquivo un par de piedrazos pero la puntería es algo que se va afinando con el tiempo y no tardaron en derribarlo como si fuese un jueguito de Sega.

Lo paradójico es que no había público visitante por un dictamen de AFA y entonces la agresión era justamente para suspender el partido y enlutar a su líder.
En el medio: desquicios, conflictos internos por plata, negociados de todo tipo con dirigentes; participaciones políticas de peso evidente y amiguismos incontrastables. Todo eso que sobrepasa a la pasión…

Hechos de conflictividad que no sólo rozan el fútbol y se diseminan por todos los aspectos sociales que se les ocurran. Lenguaje elevado en todos los puntos mediáticos y un respeto a un solo ente. “Al público hay que darle lo que desea”.
Por eso todos estos temas centrales, puros y tensionados, hay que descomprimirlos, someterlos a la liviandad de un “leviete” y elevarlos al cáliz del entretenimiento para no alejar al espectador. La sentencia del zapping es crucial.

Banalización de por medio, los medios se dedican a entretener. Esa es la manera de atraer a un público abúlico y con ansias de reír sin pensar en los problemas de la malograda sociedad. El fútbol es un emblema y antes de someter a juicio los hechos repudiables que se enfrascaron de la mano de un par de delincuentes; es preferible desdramatizar la situación y ponerle un toque de diluyente a tamaña pesadez informativa.

El tratamiento vuelve a ser claro: La gente opina desinteresadamente y el conductor le brinda el lugar para decir a viva voz: ¡¡Aguante el Rojo!!

La trama secreta de las barras y los conflictos internos es sobrepasada por la locuaz voz de un movilero que prefiere hablar alemán, teniendo en cuenta la venida cada vez más cercana de Lothar Matauss a Racing.

Se deja afuera un sinnúmero de datos que permiten esclarecer los hechos o al menos enterarse de lo que ocurrió, para permitirnos cerrar con frases vacías pero alegres, al estilo: “La pelota no se mancha”; en alusión a uno de los mayores filósofos argentinos.

La manera de hablar de la televisión sobre esta temática sólo introduce distención; sólo busca entretener… y lo consigue…

Bana es perspicaz. Sabe de antemano que un tema tan aburrido como la teoría social, difícilmente tenga mella en las mentes de los jóvenes si no encuentra el camino a través del entretenimiento. Buscaba enseñar desde la diversión.

Rememorando a la filosofa, Cindy Loper: “Los medios sólo buscan divertir”. No sé si decía exactamente así pero mi inglés no es muy fluido.

Entretenimiento a la orden del día. La banalización yergue en lo más alto del pedestal mediático a la hora de informar.

Las pasiones hay que domesticarlas, pero cuando sólo encuentran la manera de despertarlas, la clave es dejarlas fluir para que los hombres no se tornen violentos e intenten autodestruirse.

El periodismo se autodestruye buscando la medicina para esas tensiones que aviva fielmente. Las pasiones se recrudecen. Los medios son lobos del hombre…

Bana tenía razón. Hobbes se la da de guapo pero no tiene idea de nada…

lunes, 26 de octubre de 2009

Manifesto común

Someter. Subyugar. Dominar. Avasallar. Esclavizar. Tiranizar. Oprimir. Soliviantar. Hostigar. Instigar. Incitar. Amotinar. Sublevar. Alborotar. Inquietar. Agitar. Indignar. Soledad. Abandono. Retiro. Incomunicación. Destierro. Melancolía. Nostalgia. Tristeza. Solución. Sometimiento. Dominio. Represión. Opresión. Rendición. Sumisión. Narcótico. Sonido. Grito. Subconsciente. Tontería. Estupidez. Simpleza. Despropósito. Disparate. Pequeñez. Uniformidad. Urgente. Apremiante. Inaplazable. Expolición. Usurpación. Utero. Vergüenza. Timidez. Ultraje. Deshonra. Humillación. Escándalo. Vilipendio. Verdugo. Castigador. Cruel. Sanguinario. Lascivo. Obsceno. Lujurioso. Criminal. Verosímil. Probable. Creíble. Posible. Admisible. Vértigo. Exterminio. Aniquilación. Masacre. Extinción. Desaparición...


***Andrés Calamaro

lunes, 19 de octubre de 2009

Se aprovechan de mi nobleza

Ayer me reencontré con un compañero de colegio después de 10 años en los que no supe nada de él. Teníamos una muy buena relación, les digo en serio. Café de por medio, me dijo con una seriedad notable, qué pasaba con su vida. Y soltó: “Soy escritor. Me dedico a crear poemas”. El romántico empedernido que alguna vez allá a lo lejos acostumbraba a sentarse al lado mío en la escuela, en la actualidad dedica su tiempo al vicio de la escritura. No lo niego, le veía condiciones para eso.

Ahora bien, detrás de esas simples palabras enmarañadas que irradian sentidos en donde el común de la gente no lo ve y a lo que todos llaman poesía, me vino a la mente una escena muy particular en donde el muchacho en cuestión era el protagonista principal.

Les soy sincero: No soy afecto a las películas de suspenso. Mucho menos si la pasan a las 10 de la noche. Por alguna razón, luego tengo pesadillas; pero no quiero irme por las ramas, mejor cuento lo trascendental.

El joven Walter (así se llama el pibe) cuando éramos unos purretes, en una hora libre sin maestro alguno, de las que abundaron por aquellos tiempos, me contó la película que había visto el día anterior.

Y empezó: “!No sabés Mati! La peli es buenísima. Resulta que unos tipos viajan a Egipto porque quieren descubrir una vieja historia secreta detrás de las maldiciones en las pirámides. Entonces, van todos por el desierto y encuentran las ruinas perdidas de Amun Rá” (Así me imaginé que se llamaría. Recuerden, era un niño).

No los desconcentro del tema central con cursilerías lingüísticas, mejor dejo que siga relatando Walter: “El legendario monumento egipcio escondía tesoros increíbles, pero parece que la maldición no debía ser descubierta, y entonces los tipos se encontraron con otros señores que protegían el lugar sagrado. Estos hombres con túnicas negras les dijeron que no pasaran. Pero como esto es una película… los intrépidos protagonistas no hicieron caso. Entonces entraron y descubrieron una momia y un libro extraño. Ese documento lo leyeron sin darse cuenta que volvería a la vida a la momia. La maldición decía que todo aquel que abriese el libro iba a morir a manos de la momia”. Hasta acá la película tornaba interesante.

Walter terminaba su historia: “!Terribleeeeee! A un pelado le entró un bicho raro por el pie, subió por todo su cuerpo y le termino alojándose en su cerebro. El tipo se murió desesperado. A un par de norteamericanos (de los que no faltan) los terminó comiendo la misma momia. Otros se cayeron a un río de lava negra al estilo "Agua de los lamentos" y jamás se volvió a saber algo de ellos. Un egiptólogo finalizó absorbido por millones de termitas carnívoras rarísimas. Al final, la pirámide se cayó, pero obvio, el protagonista y la chica lograron escapar antes del derrumbe”.

¡Qué peliculón! Les digo en serio: de los 15 minutos de relato de aquel film lo único que quedó fijo en mi mente es la innumerable cantidad de veces que el pibe me dijo que “la mina que hacía de protagonista estaba re buena”. Del resto, no me quedó más que trescientos millones de detalles incongruentes que no pude hilvanar hasta que vi la película. Sí muchachos, esa historia es la de “La Momia I”. La recomiendo, pero no se las pienso relatar.

¿Por qué toda esta introducción minuciosa, si no tiene sentido alguno y da detalles innecesarios? Bueno, el asunto es que recordé a Walter cuando agarré el diario de hoy.

Tema fundamental en estos días es uno y nada más que uno. El proyecto de Ley de Radiodifusión da vueltas por todos los medios de comunicación posible y el conflicto está a la orden del día. Mientras el Gobierno, de la mano del cúmulo de legisladores oficialistas se alistan para aprobar sin sobresaltos el “proyecto democratizador”; los medios muestran sus uñas de la mano de la mágica realidad que describen en su interior. Así, el monopolio del Grupo Clarín defiende sus intereses en las mismas páginas de su diario, en contra de la posible futura “ley antidemocrática”…

Las noticias van y vienen. Llenan espacios en blanco. Disponen de la mayor cantidad de éter posible. Y alcanza niveles de desarrollo tales que uno ya no sabe si está siendo informado sobre una realidad o se encuentra dentro de un conflicto político de magnitudes insospechadas. ¿Es necesario que les responda? Mejor no abundo en una explicación detallada.

Aquí sale al ruedo la notable “Sobre-información”. Hace gala de su presentación y como un as bajo la manga periodística cubre todos los aspectos posibles: El proyecto tiene matices de todo tipo y los relatos sobre el asunto ya superan las expectativas. La información se multiplica a diestra y siniestra y el lector desprevenido ya no sabe dónde mirar. Detalles y más detalles ya no permiten distinguir el rango de importancia. Si allá a lo lejos un loco me dijo apenas entré a la facultad, que las noticias tiene un carácter jerárquico; y que la importancia de los hechos va en orden decreciente para que la audiencia pueda leer lo más trascendental primero y luego hilvanar datos pormenorizados hacía el final; hoy ante esta situación, la realidad marca algo distinto.

Intereses de por medio, lo trascendental no son los hechos que se cuentan con una importancia básica estipulada. Lo recomendable es detallar sobre asuntos particulares que lejos están de parecerse a algo fundamental para que la gente se entere. Lo trascendental ahora es plagar de información. Los datos se superponen unos a otros y uno ya no sabe dónde leer. La realidad es una maraña incongruente sin un hilo que los teja para que se entiendan.

“Sobre-informado” leo el Clarín. Miro a la izquierda (hablo de direccionalidad manual y no política) y dice: “En el inicio de las audiencias públicas organizadas por el oficialismo sobre el proyecto para una nueva ley de medios, los primeros 44 expositores tendrán diez minutos para dar su opinión, en una jornada que durará más de 10 horas. Será en el Auditorio del Anexo de la Cámara Baja, con capacidad para 250 personas y con ingreso limitado sólo para diputados, asesores, taquígrafos y periodistas. Es decir, sin público.” Así se inició la nota.

Pero así finalizó en sus últimos párrafos: “Distintos sectores de la oposición, a favor de organizar audiencias públicas en siete puntos del país, cuestionaron el formato impulsado por el oficialismo y la porción de oradores que quedaron afuera. La semana pasada, la pulseada por la elaboración del cronograma se había llevado buena parte del plenario. Ayer se repitieron los tironeos en ese sentido y según la oposición, la cantidad de pedidos para exponer superaría los 300…”.

En el medio hay datos de todo tipo, forma, factor, color, tamaño y si no tuviese problemas con la vista diría que me pareció ver hasta algún análisis bucodental de varios legisladores que discuten el proyecto.

Sigo sobre-informado. Miro a la derecha (ahora no les podría precisar sobre si es simple cuestión manual o ya una direccionalidad política) y leo sobre las advertencias que lanzan las radios del interior ante su conflictiva situación si se aprueba el proyecto. Veo las palabras multiplicadas de los diputados de la oposición y hasta a un muchacho venido del Viejo Continente para dar su parecer sobre la Radiodifusión nacional. El señor es un jerárquico en los medios de la Unión Europea y es palabra autorizada para criticar el proyecto de ley. Inclino la vista y me sorprendo con una “Ley mordaza”, según palabras del diario español “El País”. Y para cerrar el picnic informativo, me entero sobre la presión incesante que el Gobierno realiza a Cablevisión --la operadora de cable que tiene en su interior grandes porcentajes de dinero provenientes del mismísimo grupo Clarín--.

Detalles y más detalles que me ciegan la capacidad para analizar. Puntos clave que se disuelven entre tanto palabrerío sin sentido. Catarsis ideológica asoma desde todos los puntos y siempre con la misma idea en mi mente: ¡Qué quilombo todo esto!

¿Y ahora quién podrá defenderme? Como sé que el Chapulín colorado ya está bastante viejo para venir a rescatarme, no me queda otra cosa que seguir aguantando toda esta embestida informativa. Todo este cúmulo impresionante de datos y más datos de toda índole que ya no puedo sostener.

Como todos estos movimientos de los medios están fríamente calculados, los detalles son obra y gracia de una “sobre-información” asistida, que dice muchas cosas, pero al final no dicen nada. El toque de dramatismo juega su parte y la intriga está dentro de las posibilidades.

Las comparaciones son odiosas y creo que sería un despropósito igualar en un mismo nivel a la información que detallan los medios, con Walter y su interminable película. Me estoy yendo por las ramas, pero lisa y llanamente tengo la certeza de que ambos se aprovechan de mi nobleza…

martes, 13 de octubre de 2009

17... la desgracia

Si me asomo a “pispiar” la tapa del diario y veo ese enorme número, sólo una idea cruza mi cabeza. Así me pregunto: “¿Tanto caudal de fondos es necesario?”. El hastío ya es parte de uno cada vez que se encuentra con noticias que poseen un único puntal: El ir y venir continuo en un conflicto interminable entre el Gobierno y las entidades representativas del Campo están a la orden del día. Los medios se adueñan de aquellos datos que surgen de la realidad y las sutilezas hacen el resto.

Parece que la Oficina de Control Comercial Agropecuaria (ONCCA –cualquier parecido con un Pokemón es pura coincidencia) -organismo que monitorea las transacciones que realiza el Agro argentino-, elevó su presupuesto en un 17 mil por ciento en sólo tres años. Interesante número surge en tan poco tiempo.

Lector desprevenido aquel que con una cara de espanto sigiloso ve aquel plafón económico. “¡Un dineral!” gritarían algunos al entender a “su” manera que se necesitan cubrir ciertos aspectos políticos y sociales de compleja resolución. “Algo raro en todo esto debe haber”, me dijo mi abuela al escuchar ese numerito en la radio. No era el premio de la quiniela. Lo digo por las dudas: nuevamente quedó vacante.

Lo que aún rondaba en mi cabeza y dejaba vacante esta idea era aquel número mágico. ¿Será que me falta saber algo de lo que no estoy enterado?

Los intereses están a la orden del día y el periodismo no está exento. Ellos juegan su parte con la bendita materia prima que les da la nunca tacaña realidad. Ahora bien: Si la bondad de la realidad es una constante fuente de energía para los periodistas; estos la distribuyen a gusto y piacere…

Bienvenida a nuestros pagos la grata “Sub-información”. Dato certero, categórico y contundente que se desprende del caudal informativo y se contornea de acuerdo a las necesidades de lo que debo decir.

El contexto lo es todo en esta vida. Cada uno actúa a semejanza de lo que rodea sus acciones y no hay duda que si ese contexto en el cual me desempeño es totalmente diferente, mis actos serán distintos. Van en sintonía. Son dos centrales defensivos que se complementan al unísono para marcar a los delanteros rivales: Acciones-Contexto. ¡Qué dupla!

Las facilidades discursivas hacen brillar por su ausencia al respeto por una ética específica que solvente a esa realidad con su contexto determinado. Si a un dato lo sacamos de su hábitat natural y lo mandamos al matadero de un nuevo entorno, la conclusión es una sola: Se está forzando a un dato de la realidad para que diga otra cosa de lo que en realidad dice.

La mágica “Sub-información” está con todas sus luces y arma el contexto necesario para que el discurso periodístico diga una cosa que la realidad, en realidad no dice.

No lo conozco, pero afirmo que aquel tipo de la esquina es un negro de mierda. Vuelvo a recurrir al pequeño Larousse de mi abuela: “Negro de mente, Matías…”. Sí, soy prejuicioso.

Creo que aquel número que leo no es el debido. Me parece que están haciendo las cosas mal si ese presupuesto es el destinado para un organismo que se debería dedicar a fiscalizar al campo y contrarrestar la evasión fiscal. Hago un juicio previo y las noticias me dan el magma para que yo piense así. Contexto interpretativo de la “sub-información”, como quien no quiere la cosa…

No puede elevarse tanto el presupuesto en tan poco tiempo. Y los demás organismos gubernamentales que necesitan cumplimentar sus servicios y no tienen un caudal tan importante como la ONCCA, ¿Qué onda? ¡Cuántos disparadores trae un simple número, sin siquiera leer la nota!

“(La ONNCA) este año manejará 3700 millones de pesos sin licitaciones ni transparencia en la asignación de subsidios a la industria alimenticia. Además, sin control legal, ya que todos sus expedientes no pasan desde hace un año por el servicio jurídico estatal, sino por una oficina paralela cuya creación nunca fue formalizada”.

Sigue la magia: “El presupuesto de la ONCCA, que en 2006 (cuando se autofinanciaba con multas) era de 21,4 millones de pesos; trepó en 2009 hasta 3696 millones”… Los números no mienten. Por lo menos así se decía en los tiempos de mi abuela.

Mientras me siento boludeado continúo leyendo: “La mayor parte de esos recursos se destina a pagar compensaciones para que las empresas alimenticias no suban sus precios. Pero también crecieron fuerte otro tipo de gastos: los pagos por alquileres, viáticos y otros gastos ejecutivos lo hicieron 308 por ciento. Otro rubro que trepó el 4951 por ciento son las partidas asignadas a servicios técnicos y profesionales”…

Sigo sintiéndome boludeado. Me entero que la ONCCA cuando nació en 1996 sólo funcionaba como regulador fiscal. Hoy abarca el manejo de millonarios subsidios y la bendita regulación del comercio externo de granos, carnes y lácteos. Siendo coordinado por personas “sin ningún tipo de experiencia en el agro”, me remarca el diario de hoy… “¡¿Cómo quieren que me sienta?!”.

Los datos se siguen acumulando uno a uno y me convenzo más. Están desarrollados con una sutileza magistral y todo nacido de un simple número redondo.

No puedo permitir que me siga denigrando el maldito ONCCA… Sub-informado hasta la muerte seguiré luchando por encontrar la verdad detrás de todo este chamuyo…

En fin, los números no mienten…

Mi idea aún sigue vacante… ¡Qué desgracia! Abu, jugale al 17 la próxima…

sábado, 10 de octubre de 2009

Un Chiche espectacular

Apagué el televisor. Me sentí indignado cuando vi esas imágenes. Consideré a la secuencia que me mostraba el aparato una injusticia tremenda a la moral de este sistema. Con un simple click desde el control remoto supuse darle muerte a ese momento nefasto que comentaba aquel señor de traje prolijo y un peinado un tanto estrafalario. Los rayos catódicos no podían hacerme esto. Me sentía más tranquilo una vez que observé la pantalla en negro.

Las innovaciones no son algo que abunde en los medios de comunicación. Por momentos creo que las ideas tienen un punto cúlmine de crecimiento y luego comienzan a repetirse una y otra vez hasta el hartazgo, con tal de conseguir el mismo objetivo. Los cambios se los dejan sólo a las tecnologías que hacen las veces de soporte técnico. El público, por supuesto, hace las veces de soporte emocional y cognitivo. Felicito a quien es capaz de soportar aquello que pasó recién. Yo no me lo banqué. Era mejor darle fin a esa infinita serie de imágenes.

Por momentos creí que lo mejor era tirar el televisor por la ventana. Para muchos esto será un acto de Justicia Divina. Para mí es un sacrilegio, pero en este instante me vino el chiflete y estuve a punto de cometer un magnicidio.

¿Cómo vive una familia con 20 pesos por día? Es una de las preguntas más trascendentales que se han hecho los filósofos televisivos en las últimas dos décadas. Es un problema social fundamental que irradia un sinfín de cuestiones particulares desde donde iniciar una investigación cuantiosa. Es menester del periodismo actual, tratar de concebir una respuesta única e irrepetible a esta interrogación mágica. Más aún; es clave entender el tratamiento que se le da a este tipo de proyectos en pos de armar una noticia interesante. ¿Dónde está el parangón principal? La respuesta es simple: La espectacularización. El proyecto Blair Witch argento entra en escena y es así como el dramatismo hace las veces de factor fundacional en esta clase de noticias.

Roberto, el padre de familia, sale a trabajar durante todo el día para tratar de traer el pan a la casa. Marta, la madre, con la cara cansada y atareada por el sistema que carcomió sus esperanzas de un mundo mejor le dice a la cámara lo difícil que es sobrevivir con apenas “dos mangos en el bolsillo”. Detrás corretean los chicos. Son 5 pibes entre los dos años, que acaba de cumplir la menor (Karen) y el mayor de los hermanos que cuenta con 14 años (Luis) y sale a “laburar” con el padre para conseguir unos pesos más hacia el final del día. Su objetivo es tener el estómago lleno y ¿el corazón contento?

La música de fondo lleva al público avispado a un climax irrepetible. El drama es una dama de compañía que ayuda a entender el sentido de este formato televisivo tan particular y espectacular.

Roberto desayunó con 2 mates y 4 galletitas. La mujer intenta poner en palabras las dificultades extraordinarias que sobrelleva para pagar los alimentos del día. Marta confiesa los malabares interminables que debe imponer sobre su bolsillo para convidar con un plato de comida a sus hijos. El resto… que pague Dios.

La endiosada televisión pone en imágenes el espanto en su más cruda realidad. La audiencia sufre la angustia de ver frente al televisor, la angustiosa vida de una familia que apenas tiene el suficiente dinero para sobrevivir, y ahora, cual conejillos de indias, son la carne de cañón predilecta para experimentar la más asombrosa de las investigaciones que se haya emitido alguna vez en el país.
Roberto está cansado, come y se quiere acostar. Marta está angustiada, sufre y lo quiere contar. Sus hijos están desahuciados, lloran y pretenden estudiar. La vida del obrero es así. Se las presento, de la mano de la televisión.

La narración continúa y yo que miraba atentamente la trama, ya tenía ganas de vomitar. Estaba asqueado de tanta desazón. Estaba abrumado de tanta hipocresía, con el ojo puesto en el entretenimiento ajeno. Estaba harto de tanta utilización malsana de los recursos en pos de sumarle un punto más al rating.

Detrás de la pregunta irritante sobre la imposibilidad de una familia para vivir dignamente con sólo 20 pesos por día, aparecen los problemas escalonados uno al lado del otro. Y se enumeran.

Señor, usted que está del otro lado; marque con una cruz lo que considere correcto.
Los chicos están imposibilitados de estudiar. ¡Qué futuro nos espera! ¿Y dónde van los pibes cuando no tienen un rumbo claro y viran a la deriva? Si eligió el tema droga. Acertó.

El trabajo está escaseando y Roberto no encuentra una salida clara para mostrarle una guía a sus hijos. ¡Qué futuro nos espera! ¿Y dónde va Roberto si no tiene un punto claro en donde redituar su miserable vida? Si escogió el tema inseguridad. Acertó.

Los problemas en el seno de esta composición familiar están a la orden del día. Las cosas no salen como pretenden. El azar, el destino y las peripecias que deben realizar para sobrevivir engendran un mal interno que está en todos lados cuando se irritan los humores. ¡Qué futuro nos espera! ¿Y dónde dan cause las respuestas cuando no hay respuestas concisas en busca de un mejoramiento temporal en esta vida? Si tomó el tema violencia familiar. Acertó.

Las ramificaciones temáticas se multiplican y hay una simple cuestión que se responde ante el infinito sistema televisivo que los muestra. Droga; inseguridad; violencia familiar. Ítems a los cuales no se puede eludir si se pretende estar rodeando a la más cruda actualidad de estos días.

Pero la televisión no puede mostrar así como si nada esta maraña de ideas. ¿Y si mejor le damos un toque mágico espectacular? Bienvenido sea entonces el renombrado modo de hacer entretenido lo inexplicablemente entretenido.

Si Roberto me dice a viva voz: “Porque en la calle yo me recibí, en el arte de sobrevivir. Revolviendo basura, buscando lo que este sistema dejó por ahí”. Yo lo debo mostrar de una manera amena que no sofoque el sistema nervioso central del pobre espectador que nos observa. Si el señor que vive con apenas 20 pesos por día, sufre de sus desgracias y decidimos mostrarlo para ver lo que es en realidad la realidad; no me puedo permitir darle un sacudón de mal gusto al organismo del público que está del otro lado de la tele, viéndome. Respeto con el mayor de los honores a quienes me observan, que de ellos dependo con las convicciones que merece el caso.

Roberto; Marta; Luis; Ignacio; Belén; Marcos y Karen. Pónganse las pilas y denme el mejor de sus perfiles para que el público disfrute de un espectáculo único.
Las películas hollywoodenses tienen ese no sé qué. Las tramas de los films yanquis cotizan en bolsa. Construyen un relato magnánimo que simula una realidad alterna capaz de manifestar un innumerable proceso de secuencias espectaculares. Son al fin y al cabo los reyes del celuloide constitutivo de la ficción.

Esto que sucede en el mundo argento no es ficción pero se construye como tal. La dosis dramática; el elixir de suspenso; la química doctrinaria del espectáculo televisivo está en cada uno de los puntos que se toque desde la caja boba. El contenido es lo de menos. La fórmula clave es la forma de decirlo. Y cómo atraer al público es la manera más trascendental para conseguir un buen número. Salud entonces a esos mecanismos. El fin justifica los medios decía Maquiavello. En los medios se justifica cualquier fin, diría yo.

Es por eso que apagué la televisión esta noche. No la pienso prender hasta que el sistema no se retracte y me conceda la bondad de poner los puntos claros sobre la mesa. Soy responsable de mis actos y no puedo permitir que el plagio sea un arma de doble filo.

Yo me banco cualquier cosa, pero esto es inaudito. Las ideas deberían patentarse en estos casos.

Algunos juegos televisivos los inventé yo. ¡Y no pienso permitir que me copien… como que me llamo Samuel!

Estos “chiches” espectaculares son míos. Me calmé, pero la próxima cometo magnicidio…

viernes, 9 de octubre de 2009

Me excedí

Cuántas veces me han dicho que es mejor ser rey de tu silencio que esclavo de tus palabras. También es habitual que se diga que las mentiras tienen patas cortas, así que no me arrepiento de haber aclarado las cosas cuanto antes; lástima que los arrepentimientos no se llevan bien con los reglamentos. Me inculcaron que siempre que se toman decisiones hay afrontar las consecuencias de lo hecho porque lo hecho, hecho está. Es difícil narrar una historia tan enredada, pero tengo tiempo, espero que ustedes también.

Desde chico soy fanático de la natación y siempre espero las transmisiones por televisión de los distintos torneos para conocer aún más sobre la disciplina. Con un grupo de amigos, entre los que se encuentra mi hermano, empezamos a nadar y disfrutar de ello en un club de barrio; muchos soñaban que, con el tiempo, se convertirían en grandes competidores mundiales y lucharían por alguna medalla en los Juegos Olímpicos. Y tanto crecimos en nuestro modo de nadar que llegamos a competir en torneos interzonales y luego en competiciones provinciales. El grupo estuvo unido desde siempre, a cada momento, en cada pileta, ante cada adversidad, siempre aparecía el compañerismo que nos destacaba y del cual disfrutábamos a cada instante. Cinco grandes del buen nado: 3 amigos en común, mi hermano y yo, con desafíos que nos permitió crecer juntos. La relación con mi hermano no era la mejor ¿Cuál no?, pero en la pileta era diferente, tal vez porque no nos escuchábamos, sólo esperábamos que el otro tocara la pared y la posta que integrábamos iba derecho a la victoria.

Ahora bien, ¿Por qué este preámbulo engorroso?, simplemente porque la oportunidad llegó, y teníamos todas las chances de ganar, ya que los tiempos de competencia eran los adecuados para ingresar a los torneos nacionales de donde surgirían los equipos seleccionados para competir internacionalmente. Aquí está la cuestión, porque ganamos holgadamente y conseguimos el pasaporte a cumplir nuestro más preciado sueño desde que habíamos conformado el equipo cuando, de chicos, nos lanzábamos a la pileta.

Se ve que es cierto lo que se dice sobre la gloria, que rompe tus raíces, transforma tu personalidad, el triunfo te empalaga, y tantas otras boberías que se dicen en los medios, los psicólogos y tantos otros (de hecho lo acabo de escuchar en los pasillos cuando me citaron a hablar, recientemente).

Como bien había dicho, éramos cinco amigos, cinco en unión de equipo, cinco para triunfar en las competencias internacionales, que hace 2 años se realizaron a lo largo de una guía de desafíos, en busca de los tiempos determinados para entrar de lleno a los Juegos Olímpicos, que dicho sea de paso, aviso que comenzaron ayer nomás.

Esto que voy a contar era secreto hasta que estallé de bronca conmigo mismo. Y para colmo elegí el peor camino para descubrirlo. Siendo suplente indiscutido del equipo, mi mal humor antes de las carreras se hacía notar cada vez más seguido. Ver a mi grupo lanzarse a la pileta mientras yo me dedicaba a la fascinante tarea de cronometrar los tiempos individuales, no me caía muy bien que digamos. Lo mío era la natación fuera del agua, como un director técnico de fútbol en el banco de suplentes, pero sin tener mucho que decir (claro, en el agua no se escuchan las indicaciones que llegan de la superficie). Envidia sana o no, los celos me carcomían, los mejores tiempos se veían en cancha, sólo que yo los veía desde la tribuna y disfrutaba en los vestuarios; el ¡Vamos vamos! me resultaba un poco fastidioso. Mucho no hay para aclarar, los que corren más rápido tienen el derecho a competir y si queríamos ganar esa era la clave, no pretendía entrometerme en la victoria de mis amigos.

Son pocos los momentos de lucidez que se destacan en mi vida (tal vez contar esto es uno de los momentos más sagaces de mi vida). Pero por aquel entonces mi cabeza no era de lo más lúcida y si hablamos de que el triunfo te cambia, imagínense ser parte de esos triunfos pero no participar activamente de ellos.

El día señalado era el 7 de septiembre en Brasil, y con conseguir un buen tiempo pasábamos derecho a la clasificación de los Juegos Olímpicos. Algo terrible pasó por mi cabeza que no convendría comentar aquí, pero digamos que se sintetiza en dos líneas. Me tocó competir a mí, porque mi hermano sufrió una severa complicación estomacal que lo condujo al hospital más cercano, donde dijeron que algo que ingirió lo tuvo al borde de la muerte. Créanlo o no, competí, ganamos, logramos el mejor tiempo, clasificamos con destino al sueño, pero no me sentía conforme. Algo me decía que me había excedido.

Repito una vez más que no son costumbre mis momentos de lucidez, y lo que hice luego no fue lo más recomendable. Como si fuera poco, estallé en el peor lugar en el que podía hacerlo ¿Dónde se resuelven los escándalos privados de gente que no conoce nadie? Sí, acertó, en la televisión. En un comienzo eran todos canales deportivos porque, por supuesto, iba hablar sobre la gran victoria del equipo que nos representaría en los Juegos Olímpicos, pero eso duró poco porque cuando aclaré que era una confesión importante, todos los micrófonos del país me asediaron. El secreto se develó en el lugar más propicio pero menos oportuno. Mejor no recordar qué fue lo que tomó, ni yo me acuerdo. Mi hermano estaba bien físicamente pero mis palabras lo demolieron psicológicamente. Ustedes lo habrán visto, si no se pierden ninguno de esos escándalos televisivos.

Mi honestidad brutal me sumió en una terrible depresión. Tanto fue así que sin que pueda nadar mi hermano, el equipo decidió no competir la última fecha del circuito, ¿Para qué? igual teníamos el pase asegurado; y de cierto modo fue mejor que así fuera porque, sinceramente, estoy seguro que no pasaba el antidoping (es algo que no conté en la tele pero hubiese sido bueno hacerlo, por lo menos eso me hubiese convenido ¿o no?).

Mi equipo al poco tiempo fue mi ex-equipo; antes miraba de la tribuna, ahora ni eso, me daba vergüenza ver competir a mis amigos sin la confianza que tenían sobre mí.

Lo dicho, dicho está; lo hecho, hecho está. Mi hermano es el eje del equipo, el último en salir, la figura de la cancha que rompe record nacionales todas las semanas. Lo hice y gané la carrera; lo dije y quedé fuera del equipo. Las consecuencias son consecuencias y las decisiones están tomadas y hay que arremangarse y seguir.

Si hablamos de consecuencias esas no fueron las únicas, porque mientras todos se deslizan bajo el agua, yo sufro encerrado en la oscuridad.

Pero hoy es el gran día, y los Juegos Olímpicos a los cuales había clasificado, ni por televisión los puedo ver (allí donde nació todo ni siquiera me da para ver a mis compañeros).

Esperemos que ganen, ya que di todo por el equipo, pero los triunfos me cegaron; creo que me excedí.

miércoles, 7 de octubre de 2009

Intuición

Abrió el libro y supo desde un principio con qué se iba a encontrar. Entendía como nadie aquello que la aferraba internamente a una historia que narra una y otra vez la misma secuencia. Sabía después de todo, qué ocurriría luego de finalizar la lectura de aquel párrafo. Despertaría en ella algo que no se esperaba, pero íntimamente intuía.

La interminable maraña de hojas se esparcía sobre la mesa en un desorden prácticamente infinito. Cualquiera que se dispusiera a ordenar tan sólo un poco aquel sitio, no entendería cómo ella comprendía porque estaba todo así. Pasó el tiempo pero ese liviano y tenue papel traducía más cosas de las que se pudieran entender en un simple abrir y cerrar de ojos.

La música de fondo la transportó a un lugar único. Irreprochablemente mágico. Allí se sentía protegida. Con la calma de los años de experiencia encima, se dispuso a leer las abroqueladas hojas que el pasado quiso lastimar. La tinta prácticamente no dejaba ver su significado en el terso papel maltratado por el tiempo. El color amarillento delataba los gritos del reloj a cada paso. Era una pieza elemental de su vida: Sentir nuevamente aquel perfume suave de la flor; mirar fijamente al cielo en busca de la estrella predilecta. Era hora de volverla a descubrir.

“¿Te acordás cuando hicimos aquel papelón en medio de la plaza? Yo lo recuerdo como si hubiese pasado ayer. Pensar que desde aquel momento no nos separamos más”. La hoja deshilachada se deshacía en sus pequeños dedos. Con el cuidado magistral de un cirujano y la precisión mordaz de un científico en pleno descubrimiento; la mujer dio vuelta la página.

El relato continuaba con una determinación pronunciada: “Tengo experiencia en estas situaciones. Dejame que te ayude con tu problema. ¿Estás segura de lo que ocurre? Mirá, la cosa viene así; con el pibe está todo bien y vos tendrías que hacer…”. Las imágenes se multiplicaban en la mente y los segundos se traducían en horas eternas, donde las aventuras estaban a la orden del día. En ese instante dio vuelta la cabeza y miró fijo aquella foto añeja.

Cerró los ojos.

¿Cuál es realmente el significado de la amistad? ¿Qué sentido etimológico nace desde su más profundo interior para traducir aquello que dos extraños amigos pueden vivir?

La tesis sobre la cual escribió mucho tiempo antes intentaba complejizar sobre este tema. Una escritora con una sagacidad envidiable como era, comprendió en ese preciso momento que más allá de lo que se escribe; lo trascendental penetra el sentido de cualquier palabra.

Cuando inició su trabajo sobre “la verdadera importancia de la amistad”, categorizaba trayectorias endebles. Monitoreaba actitudes posibles y armaba redes conceptuales en pos de explicar algo que para la mayoría de la humanidad resulta inexplicable.

Así empezaba su obra cumbre en aquella oportunidad, que luego publicaría con grandes honores: “¿Por qué somos amigos?”. Título alentador que lejos está de ser una canción más de cualquier arrabalero latino en medio de un recital melancólico; ella había escrito con la fuerza de voluntad que emanaba de algún lugar sobrenatural.

“Para entender el verdadero significado de una palabra mágica, lo importante es ir a buscarlo a donde la simpleza no tiene lugar. Muchos creerán que la amistad es algo que está fuera de discusión y quizás la consideren la secuencia de letras más compleja y polisémica de nuestro lenguaje. La arbitrariedad de nuestra lengua hizo posible que a la amistad la consideremos más allá del fino sentido que le da la sociedad en la cual vivimos”. Así comenzaba el prólogo de un libro que se convertiría en Best Seller en poco tiempo.

En ese texto intentaba disponer de fundamentos lógicos para que todos los seres del planeta comprendan casi de forma matemática la verdadera simbiosis que existe entre dos personas para que se transformen en entrañables amigos de por vida. Una fórmula química que entró en discusión y muchos tildaron de hipócrita. Los más escépticos a considerar a la amistad como un resultado aritmético, sacaron a relucir las banderas del sentimentalismo adquirido y eterna comprensión consciente que suelen tener las personas que se adoran y estrechan los lazos en una pronunciada amistad.

Los fervientes científicos; fríos y calculadores como siempre, buscaron adueñarse de la teoría para entablarla como el descubrimiento más importante de toda la humanidad. La explicación que la mujer daba en su trabajo, tenía las bases para dar cuenta de tamaño análisis previo.

En el capítulo 4 decía de forma textual: “Las células madre distribuyen en el cuerpo una enorme cantidad de enzimas de clase peculiar. Ellas son las encargadas de diseminar en el cerebro un químico comprimido que arma el mapa clínico de la persona. Las neuronas se posicionan en el cerebro según lo determina el cálculo hecho previamente por aquellas enzimas; y el arte matemático da el resultado sincero. La compatibilización que tengan los seres humanos con la gente que los rodea es obra de este cálculo. Así, la amistad está predispuesta genéticamente y cada uno es amigo de tal o cual persona porque así estaba estipulado en el preciso instante de su nacimiento”.

La polémica estaba instalada. Crítica como siempre, la narración del libro construyó un semblante en la sociedad que cautivó a mucho público, pero que ganó infinidad de desplantes por parte de los puristas del lenguaje. Hoy sigue en boga esa teoría psicosocial. Rompió los moldes de un sistema básico infranqueable y las voces se multiplicaron para tratar de darle cause a algo que tal vez no tenga una única explicación.

Que la amistad se construya de forma eminentemente genética era algo que complicaba a las esferas tradicionales, y la ciencia a partir de ese relato comenzaba a ganar una nueva pulseada.

El cartel gigante que se dispuso frente al Congreso científico de aquel año en Berlín, fue la imagen que quedó impregnada en su cabeza. “Los amigos son la familia que se elige”, decía uno sobre la derecha. “La amistad, como el diluvio universal, es un fenómeno del que todo el mundo habla, pero que nadie ha visto con sus ojos”, aclaraba otro sobre la izquierda de la escalinata. “Es parentesco sin sangre una amistad verdadera”, mostraban los folletos de algunos revoltosos anti amistad-genética.

Abrió los ojos y dio vuelta la página…

“Las de pavadas que hicimos el otro día. Yo creo que estás totalmente loca. ¿No te lo dije nunca? Valen la pena esas locuras. Además estás cosas nos fortalecen un montón. Creo que tengo que contarte algo importante, vos que siempre me escuchás, necesitás saberlo antes que nadie…”.

Nuevamente pestañó pronunciadamente y dejó fluir una interminable secuencia de imágenes. Las sonrisas se multiplicaban. Las carcajadas estaban a la orden del día. Las miradas cómplices se irradiaban a caudales. Los abrazos, un símbolo inexpugnable y determinante. La palabra; un simple complemento más que era traspasada por los sentimientos. Esos que no se explican literalmente. Esos golpes fuertes del imaginario que sucumben a la atareada realidad. Amistad, al fin y al cabo.

Abrió los ojos. Dio un vistazo al ambiente y respiró profundamente. Se sintió en otro lugar. El verde detrás era una constante. El celeste delante era el horizonte predilecto. Es en sí; el mejor lugar en el cual podía estar en ese momento.

Llegó a la última hoja y su cara de sorpresa acudió como un sigiloso gesto desprevenido. El mensaje era de su propio puño y letra pero nunca supo el por qué. Íntimamente lo intuía y el último párrafo se traducía infinitamente en su corazón y golpeaba fuerte en lo más profundo de su ser:

“Mi jardín perdió una flor… Mi cielo ganó una estrella”.

Cerró lentamente los ojos. La teoría se comenzó a desvanecer. Finalmente comprendió que la amistad no es cuestión de genética sino de una compatibilidad única e irrepetible. No es problema científico sino que es de carácter puramente sentimental. No es de trascendencia matemática sino que es eminentemente adquirido por una voz interna. Esa que te dice en un grito categórico que los amigos uno los elige porque son especiales. Entendió que no hay sangre ni enzimas; ni cualquier funcionamiento orgánico que determine el resultado de una amistad.

Es el simple impulso de la vida que lo termina construyendo. Una magia que pocos conocen pero todos dan por hecho.

Ella lo supo en ese instante… pero no caben dudas de una cosa. Lo intuía…

lunes, 5 de octubre de 2009

PRIP

“Pienso Realizar Impresionante Película”. Esas fueron las palabras que leí en un mensaje de texto a las 2 de la mañana. El número era de mi hermano así que supuse que era un chiste. El ringtone de Calamaro me despertó y ya no pude volver a pegar un ojo. Le respondí: “Perfecto, Relatamelá. Imagino Peliculón”. No recibí respuestas. Creí que era una broma. Hoy en la mañana me di cuenta que estaba incurriendo en un error.

Pizarrón en frente y con un semblante único, el pibe del mensaje trasnochado salió al ruedo con una explicación que envidiaría cualquier cineasta avispado.
Se sacó los lentes y comenzó a relatar: “La historia transcurre en un pueblo alejado de las grandes urbes, donde el campo es el emblema del lugar y cada uno de los habitantes vive y disfruta de lo que ese mismo sector agropecuario le brinda. Dentro de esa escena de paz, armonía y tranquilidad hay un oscuro mundo signado por las agrupaciones clandestinas, asociaciones de mala vida y personas con una ética un tanto endeble”. Ya mi cara había tornado a un gesto de interés por lo que me contaba.
“Dos familias están en el centro de una disputa por poder, riquezas y amores que superan lo imaginado. Todavía no tengo nombres que puedan surcar por mi cabeza así que sólo te comento los grandes rasgos de los hechos que pienso filmar”. Yo ya no sabía si creer en lo que estaba viendo o seguirle el juego hasta donde pudiera, ya que según tenía entendido hasta esa noche: Mi hermano no sabía nada de cómo filmar una película.

Pero el muchacho comenzó a analizar la trama del relato con una minuciosidad evidente. “El pueblo es manejado por un Mister Gobernador; jerarca que la sabe lunga. Tiene un carisma único y comprende lo que quiere y posee. Es el mandamás del lugar y cualquier piscuí que pretenda meterse con él, estará jugando con fuego. Ahora bien, el tipo empieza a cimentar un poder eterno que no entra en discusión. Pero de la nada y como si fuese poco, supongamos que entra un familiar en escena a copar la parada (llamémosle “primo”). Luego de varias disputas en su pasado y con algunos juegos sucios de por medio, terminan compitiendo cabeza a cabeza en un duelo político atroz. Así es como los dos tipos se juegan el futuro de un pueblo entero en medio de una gran crisis familiar”. La historia comienza a tomar color.

El hermano cineasta continúa: “Ahora empiezan a tallar viejos recuerdos; personajes olvidados que nunca se van y amores desprevenidos que sucumben a una realidad actual que ya está asustada de tanto ida y vuelta. Acuerdos y conflictos están a la orden del día. Para triunfar sin sobresaltos, el Mister Gobernador se alía con un viejo conocido suyo que supo ser jerarca en otro tiempo. Paradojas, este personaje (un tal “Tato”) con el que ahora se habla en pos de una victoria, hasta hace muy poco tiempo era el francotirador que tenía como blanco favorito al mismísimo Todopoderoso. Sí, el Gobernador se alío con un tipo que poco antes lo trataba de corrupto. Pero bue, la política es así.

Por si fuese poco, el Señor todopoderoso tiene la venia del vicepresidente de la Nación. Un tipo astuto que toda la población no sabe a lo que juega pero supone que tiene las reglas claras para llevar adelante (al menos eso esperamos todos). El número 2 del Poder Ejecutivo de la República, está en un conflicto serio con su compañero/a de fórmula. Pero esa ya es otra macrohistoria que aún no tengo bien en claro. Mejor sigo con el relato familiar que está muy bueno; escuchá”. Yo ya me sentía un poco mareado pero intrigado, así que continué prestando atención.

“El Señor Gobernador, ni lerdo ni perezoso, en los últimos años tuvo un trayecto político tranquilo gracias a la mano salvadora del Gobierno nacional. Pero en poco tiempo vio que las papas comenzaban a quemarse y decidió de buenas a primeras dejar de extender la mano al Gobierno central. Político le dicen…” Mis gestos le daban la razón. Seguía: “Acá aparece nuevamente el familiar vengador. El “primo” que vino al pueblo a salvar la reputación. A demostrar que él es el salvador que debe volver a las viejas andanzas de antes, cuando era EL Gobernador del pueblo. Para muchos, todo tiempo pasado fue mejor… Para tratar de vencer, no encontró mejor camino que alinearse con un tal “Pocho”. Ese muchacho es un histórico político de la zona que vuelve a escena (o mejor dicho, nunca se fue) y ahora pretende reivindicar el estirpe familiar. Perdón, no te dije: `Pocho` es hermano mayor de `Tato`, el tipo con quien se alió el Mister Gobernador”. A esta altura los nombres comenzaban a confundirme y empezaba a pensar que mi hermano estaba delirando, pero dejé que cerrara su historia.

“Ahora aparece un tercero en discordia. Todas las películas lo tienen, la mía también, ¿Por qué no? El muchachito, joven y casi sin experiencia que lleva de aliado a un sinnúmero de grupitos minúsculos en pos de destronar el poder familiar. Para eso tiene en la mano una carta totalmente solvente. Es el alfil del mismísimo gobierno central. Además tiene entre sus filas al actual vicegobernador. Eso quiere decir que al Mister Gobernador le están jugando sucio por detrás. ¿Recordás lo que te comenté del vicepresidente?”.

Yo perdí la mirada y dejé posar mi vista sobre los lentes de mi hermano que estaban junto al estuche en medio de la mesa del living. Comenzaron a mezclarse ideas dentro de mi cabeza. Sabía que en algún lugar había escuchado todo este lio pero no comprendía bien en dónde.

Este simple sincretismo que sucumbió mi mente tiene una sutil explicación. Esa magia eterna que tienen los medios de comunicación masiva para tratar de atraer con el filo de su mano santificada a una gran cantidad de audiencia es el fino objetivo. Cuando miro la televisión, hago zapping y descubro el mundo informativo; así confirmo la fantasía. El “señor comercio” anda dando vueltas y se lleva todas consigo. Lo recomendable es seguirle el juego y así es como en vez de ser éticos, los periodistas dedican su tiempo a agrupar escuadrones de público para que vean lo que tienen para mostrarles. Porque ese público siempre tiene la razón y lo que desea debe ser satisfecho, mi idea es armar algo que pueda no sólo llamar la atención de mi gente habitual, seguidora y compañera, sino que debo extender los mecanismos para que más público pueda tener la posibilidad de observar lo que hago.

Audiencia, que están en tu casa; santificado sea tu nombre. Véngase a nosotros tu dedo. Hágase tu voluntad tanto en la tele como en la radio. Danos hoy nuestro rating de cada día. Perdona nuestros programas segmentarios; como nosotros también perdonamos a la gente elitista. No nos dejes caer de la tabla de Ibope y líbranos del zapping… Amen…

El público amorfo es la confusión instantánea y la audiencia es el objetivo primordial. Ya no se busca mostrarle la realidad a un ciudadano que en pos de sus derechos constitucionales necesita ser informado para poder aplicar sus criterios en la realidad que le toca vivir, siendo funcional a la Opinión pública. Ahora la clave es mostrar un producto categórico capaz de absorber la atención de una mayor cantidad de gente para que el número mágico del rating suba. Cantidad en desmedro de la calidad. ¡Qué frase arrogante la mía! “!Soberbio de mierda! ¡Dale un poco de alegría y diversión al pueblo!”, me dirían.

Lo cierto es que acá no interviene tanto el espectáculo y la cuestión interesante de cada tema, sino una mezcla evidente entre posturas con tal de sazonar con una pizca de dulce a la más cruda realidad. Y a su vez, cortar con acidez informativa al más burdo empalagamiento de los productos novelescos. Para los fanáticos de uno y otro género, ambos se entremezclan. Ya pueden ver todo. Mientras Santo Biasatti luego de una noticia terrible referida al asesinato de una familia entera a manos de unos malvivientes, saca el celular que tiene escondido y dice a viva voz: “Mandá Noti al 2020 para enterarte de lo que está ocurriendo en el país y en el mundo”, con una cara sonriente de las pocas veces se la ha visto (más bien, nunca); y por otro lado aparecen tres hermanos que pretenden vengar la muerte de su padre y en el medio hay conflictos políticos de todo tipo; poder; amores encontrados y tramoyas de las que la ficción nos tiene acostumbrado y sacó de la más cruda realidad. Ya no sólo para “Valientes” es ver ese tipo de historias… Ahora todos están invitados.
La mezcla es un hecho. Recomiendo no mezclar. Hace mal al cuerpo si uno no está acostumbrado. Yo ya me siento acostumbrado y cuando mi hermano me contó el final de la historia comprendí todo.

Cierre hollywoodense: “El desafío político es claro. El pueblo vota y los resultados están a la vista. Las dudas comienzan a carcomer la impaciencia de los personajes de la película y el público se intriga. Los conflictos asoman a flor de piel; las riñas en las calles se multiplican y la campaña continúa. Hay balotaje. El final está abierto… Película para informados”.

“Película sobre la Realidad Institucional Provincial”. El mensaje perdido que mi hermano me había mandado en la madrugada como respuesta, recién llegó cuando él se había ido con el pizarrón en mano.

Pensé en ese momento que no era joda… Le mandé un mensaje apurado: “En cualquier momento podés recibir el Premio Reina Isabel Primera. Suerte.”

jueves, 1 de octubre de 2009

Lluvia

Me puse a escribir...

Veo cómo se espesan las nubes en el cielo. Escucho una melodía única e irrepetible. Leo el mejor libro que podría haber caído en mis manos. Preparo el manjar más delicioso que jamás he probado. Convierto el gol soñado por cualquier futbolista frustrado que tiene su día de gloria. Escalo la montaña más alta del mundo en el preciso instante que lo deseo. Me encuentro con mis entrañables amigos de toda la vida a disfrutar de una interminable charla vespertina. Duermo el sueño más precioso que mi inconsciente podría crear...

El gris sobrepasó al celeste cuando miro hacia arriba. La tenue imaginación le da paso a la copiosa realidad.

Dejé de escribir...

domingo, 27 de septiembre de 2009

Fundamentalista

Me exalté. Me precipité. Me dejé llevar. Me tranquilicé. Me calmé, pero algo quedó dentro. Golpea fuerte, cuando lo quieras venir a buscar…

El camino sutil de una vida ajetreada marca mis pasos y los ruidos eternos que culminan en el interior no son sordos aunque queramos evitarlos oír.

Hoy me dispuse a contar los minutos mientras escuchaba caer las gotas de lluvia desde la ventana. Parece una tontería de algún ser sobrenatural que columpia sus ideas en un ir y venir intrascendente para el mundo que lo rodea, pero sabe perfectamente que en su mundo interno es el momento más preciado que se puede percibir.

Alguien me dijo allá a lo lejos en el tiempo, con una mano sincera lo siguiente: “Esa experiencia la notás solamente vos”. Las pequeñeces en las que me detengo tal vez le dé la razón al sagaz compañero que vive en el piso de arriba. Perdonen si no les comenté previamente pero este edificio tiene sus particularidades y no podría explicarles el bullicio que se genera a cada instante; aquí dentro.

Análisis; cálculos; observaciones métricas repetidas; saturación de información; cortes tangenciales y un golpe al pensamiento. Así vive y se desvive el maestro que me dio sus sabias palabras.

Yo desde más abajo me detengo a contagiar el sentido de los mínimos detalles. “¿Dónde se van las lágrimas una vez que se disponen salir? ¿Cuál es su recorrido y máxima expresión al marcar sigilosa su trayectoria en el rostro?”. Esa pregunta que me hicieron, terminó por plantearme la necesaria tarea de descubrir cuál es la magia que se despliega en los pequeños sentidos.

Y así empecé. ¿Cuál es el punto final de un tenue chispazo alrededor del fuego a la hora de arder? ¿Qué camino tiene aquella ceniza fría una vez que su luz predecesora se extinguió? ¿Por qué hace aquel ruido furioso el viento al golpear contra los árboles?

Trato de encontrar la manera de comprender el furor que generaría tener música personalizada en esa ventisca. Así lo planteó el viejo de arriba: “¿No estaría buenísimo que el Zonda tuviese su propia banda de sonido? Entonces, en vez de escuchar una y otra vez el mismo ritual que ensordece a los oídos; el “ring-tone” variaría según el gusto de cada uno. Yo, antes que el ruido del viento prefiero sentir el placer de una melodía distinta según crea necesario. Una canción de los Beatles los lunes. Un tema de Andrés Calamaro los martes. Arjona para los miércoles. Intérpretes de lujo los jueves de la mano de Charly Garcia o Fito Páez, si está nublado. Para los viernes un sutil de Queen. El fin de semana preparamos algo distinto: sábados con un Regeetone y el domingo nos calmamos con música celta… ¿No sería espectacular?".

Yo me abstuve de opinar; me dediqué a sentir el viento hablar… música para mis oídos.
Esas son aquellas pequeñas cosas en las que prefiero posar mis sentidos.

Este quinto piso en el cual me encuentro a pesar de todo, es bastante acogedor, de pequeñas dimensiones pero siempre confortable. Aviso antes que nada que el timbre no funciona. El portero no siempre atiende correctamente y tengo vecinos un poco desorganizados. Es una vecindad particular.

Abajo viven dos hermanos. Son gemelos, con lo que ello conlleva, pero realmente no se parecen en nada. Mientras uno es eminentemente deportista y con una tonificación envidiable; el otro es medio holgazán y prefiere echarse a menos. Mientras uno es vivaz, amistoso y amable; el otro es un chanta, arrogante y oportunista. Mientras uno es soñador, le fascina el aire libre y disfruta de cada momento; el otro es apático, calculador y pesimista con la vida. Hasta en sus ideas políticas son diferentes. Mientras el primero se dedica de lleno en la búsqueda de una igualdad fraternal en pos de un mejoramiento de la humanidad; el segundo se dedica a aprovecharse de los demás, discrimina y es egoísta absolutamente… Paradojas; los hermanos se quieren, tienen una relación única a pesar que tomen direcciones diferentes; sea derecha o izquierda. Por momentos no se sabe cuál es cuál. Cosas de edificios…

La lluvia continúa; los minutos siguen pasando y el relato se prorroga…

Hace poco, un conflicto de consorcio llevó las riendas tensas del vecindario hasta las últimas consecuencias.

¿Sabés lo que pasa? Mucho en mi no creen. Dicen que estoy medio loco. Que por confianzudo las malas vueltas están justamente a la vuelta de la esquina. Que por dubitativo te pasan por arriba. Que es mejor que decidan otros por vos cuando no mostrás el fino arte de la actitud parsimoniosa en tus venas. Soy paciente; no me desespero por lo que me digan. Yo sigo indemne por más que de arriba me quieran gritar.

El viejo loco lo supo desde siempre. Comprendía que le iba a ganar y por eso está cascarrabias.

El ajedrez es así. Táctica y estrategia están a la orden del día. Para algunos una partida es mejor que otras pero los pasos en falso pueden costar muy caro. Moví el alfil para ponerlo en jaque. El viejo gritó desesperado porque no le salían las cosas. Hace mucho tiempo que el genio no perdía un juego y ésta no quería que fuese la ocasión de quiebre. Yo soy un novato en este deporte pero con un diseño tranquilo y el ataque fortalecido, me tenía fe para conseguir una victoria.

Jaque al rey. El viejo experimentado tiró la pieza madre del juego y el triunfo fue un hecho. El desafío estaba planteado y el resultado fue favorable. Así es cómo gané respeto en este edificio.

Soy diferente al resto y lo entiendo cuando me critican. Suelo sentir cosas que los demás no. Solidario y egoísta a la vez. Orgullo y humildad se interponen entre sí. Alegre y triste al unísono. Fortaleza y debilidad son características que se superponen dentro. Cálido y frio por momentos, muchas veces no me termino de acostumbrar a mí mismo.

Esos avatares que te hacen sentir confundido; esos golpes de efecto trascendentales son parte del camino que se recorre a cada impulso. Es por eso que soy especial. Pero siento que hay millones como yo que les pasa exactamente lo mismo.

Nos lastimamos a nosotros mismos cuando no lo pretendemos. Generamos corazas supuestamente protectoras, pero las rompemos al instante sin darnos cuenta. Somos kamikazes letales del sentimiento. Somos conscientes de nuestra inconsciencia. Comprendemos nuestra resistencia a la comprensión. Entendemos el rechazo al entendimiento.

En fin, somos fundamentalistas a cada latido y poseemos una caja de sorpresas para todo el que nos quiera conocer…

Se despejó el cielo. Dejó de llover. Ya no cuento los minutos…

Me exalté. Me precipité. Me dejé llevar. Me tranquilicé. Me calmé, pero algo quedó dentro. Golpea fuerte, cuando lo quieras venir a buscar…

viernes, 25 de septiembre de 2009

Niño eterno

Porque ser un loco bajito no es cuestión de altura sino de sentimientos...

Porque los años siguen corriendo pero nosotros tenemos siempre la misma curiosidad y capacidad de sorpresa que la que mostrábamos hace algún tiempo...

Porque la magia que despliega un niño es algo inigualable y difícil de comprender para aquellas personas que perdieron ese chispazo de alegría a medida que caminan frente al reloj y prefieren calzarse el traje...

Porque lisa y llanamente, no hay nada mejor en este mundo que sentirse un simple niño que descubre la vida en un abrir y cerrar de ojos...

Por eso disfrutamos de aquellos que brindan color, calor y la genialidad que sólo los niños de por vida tienen el don de conceder...

Para todas las personitas que saben de lo que les hablo y tienen un niño en su interior que sale en todo momento y despliegan en esta fría y oscura realidad una llama de imaginación con la que se abren camino y hacen lo que todo niño pretende (Ese brillante capricho que todo lo puede y rompe cualquier barrera que la terca madurez del adulto jamás comprenderá).

Porque las personas grandes nunca entienden nada por sí solas y es muy aburrido para los niños tener que darles una y otra vez explicaciones, es que necesitamos hacerles comprender que un niño todo lo puede.

En homenaje a su sonrisa única e inigualable...

En plena conspiración contra los corazones cerrados que nunca dejan ver aquella luz que irradia sólo la tierna mirada de un chiquilín.

En campaña a favor de los adultos que no dejan de ser pequeños y sienten lo mismo que cuando eran unos purretes de pocos añitos...

En eterno agradecimiento a aquellos que hacen lo imposible por conseguir que los niños sigan sintiéndose niños en esta carrera de la vida, ya sean desde la faceta educativa... llámese maestras/os... desde la faceta artística... (acá ustedes saben que tengo una gran debilidad por mi gran amigo Tuco y su compa Pesto)... llámese desde la faceta social... porque millones intentan ayudar como pueden con infinidad de maneras para brindarse de lleno a lo que son el cuidado, protección y fundamentalmente aprendizaje de vivir como solamente se le puede dar a los chicuelos.
A todos ellos, que ponen su granito de arena y comprenden que los niños no solamente son el futuro sino que son el presente...

Porque somos eternamente niños y sabemos de antemano que no hay nada que no podamos hacer para cumplir nuestros sueños, les dejamos una simple enseñanza a aquellos que no nos comprenden...

"Un niño siempre puede enseñar tres cosas a un adulto: a ponerse contento sin motivo, a estar siempre ocupado con algo y a saber exigir con todas sus fuerzas aquello que desea..."

Es sencillo, sutil y mágico... sólo es cuestión de saber entender a un mundo que no es el habitual... sino que es un mundo mucho mejor... el mundo de los niños...

¿Me acompañan?

Dejen a los ogros adultos fuera, como niños hemos de tener mucha tolerancia con ellos...

Es hora de abrir los brazos a un eterno sueño de niñez...

Salud a los chicuelos.... y gracias por dejarme ser un eterno niño en esta vida...