martes, 13 de octubre de 2009

17... la desgracia

Si me asomo a “pispiar” la tapa del diario y veo ese enorme número, sólo una idea cruza mi cabeza. Así me pregunto: “¿Tanto caudal de fondos es necesario?”. El hastío ya es parte de uno cada vez que se encuentra con noticias que poseen un único puntal: El ir y venir continuo en un conflicto interminable entre el Gobierno y las entidades representativas del Campo están a la orden del día. Los medios se adueñan de aquellos datos que surgen de la realidad y las sutilezas hacen el resto.

Parece que la Oficina de Control Comercial Agropecuaria (ONCCA –cualquier parecido con un Pokemón es pura coincidencia) -organismo que monitorea las transacciones que realiza el Agro argentino-, elevó su presupuesto en un 17 mil por ciento en sólo tres años. Interesante número surge en tan poco tiempo.

Lector desprevenido aquel que con una cara de espanto sigiloso ve aquel plafón económico. “¡Un dineral!” gritarían algunos al entender a “su” manera que se necesitan cubrir ciertos aspectos políticos y sociales de compleja resolución. “Algo raro en todo esto debe haber”, me dijo mi abuela al escuchar ese numerito en la radio. No era el premio de la quiniela. Lo digo por las dudas: nuevamente quedó vacante.

Lo que aún rondaba en mi cabeza y dejaba vacante esta idea era aquel número mágico. ¿Será que me falta saber algo de lo que no estoy enterado?

Los intereses están a la orden del día y el periodismo no está exento. Ellos juegan su parte con la bendita materia prima que les da la nunca tacaña realidad. Ahora bien: Si la bondad de la realidad es una constante fuente de energía para los periodistas; estos la distribuyen a gusto y piacere…

Bienvenida a nuestros pagos la grata “Sub-información”. Dato certero, categórico y contundente que se desprende del caudal informativo y se contornea de acuerdo a las necesidades de lo que debo decir.

El contexto lo es todo en esta vida. Cada uno actúa a semejanza de lo que rodea sus acciones y no hay duda que si ese contexto en el cual me desempeño es totalmente diferente, mis actos serán distintos. Van en sintonía. Son dos centrales defensivos que se complementan al unísono para marcar a los delanteros rivales: Acciones-Contexto. ¡Qué dupla!

Las facilidades discursivas hacen brillar por su ausencia al respeto por una ética específica que solvente a esa realidad con su contexto determinado. Si a un dato lo sacamos de su hábitat natural y lo mandamos al matadero de un nuevo entorno, la conclusión es una sola: Se está forzando a un dato de la realidad para que diga otra cosa de lo que en realidad dice.

La mágica “Sub-información” está con todas sus luces y arma el contexto necesario para que el discurso periodístico diga una cosa que la realidad, en realidad no dice.

No lo conozco, pero afirmo que aquel tipo de la esquina es un negro de mierda. Vuelvo a recurrir al pequeño Larousse de mi abuela: “Negro de mente, Matías…”. Sí, soy prejuicioso.

Creo que aquel número que leo no es el debido. Me parece que están haciendo las cosas mal si ese presupuesto es el destinado para un organismo que se debería dedicar a fiscalizar al campo y contrarrestar la evasión fiscal. Hago un juicio previo y las noticias me dan el magma para que yo piense así. Contexto interpretativo de la “sub-información”, como quien no quiere la cosa…

No puede elevarse tanto el presupuesto en tan poco tiempo. Y los demás organismos gubernamentales que necesitan cumplimentar sus servicios y no tienen un caudal tan importante como la ONCCA, ¿Qué onda? ¡Cuántos disparadores trae un simple número, sin siquiera leer la nota!

“(La ONNCA) este año manejará 3700 millones de pesos sin licitaciones ni transparencia en la asignación de subsidios a la industria alimenticia. Además, sin control legal, ya que todos sus expedientes no pasan desde hace un año por el servicio jurídico estatal, sino por una oficina paralela cuya creación nunca fue formalizada”.

Sigue la magia: “El presupuesto de la ONCCA, que en 2006 (cuando se autofinanciaba con multas) era de 21,4 millones de pesos; trepó en 2009 hasta 3696 millones”… Los números no mienten. Por lo menos así se decía en los tiempos de mi abuela.

Mientras me siento boludeado continúo leyendo: “La mayor parte de esos recursos se destina a pagar compensaciones para que las empresas alimenticias no suban sus precios. Pero también crecieron fuerte otro tipo de gastos: los pagos por alquileres, viáticos y otros gastos ejecutivos lo hicieron 308 por ciento. Otro rubro que trepó el 4951 por ciento son las partidas asignadas a servicios técnicos y profesionales”…

Sigo sintiéndome boludeado. Me entero que la ONCCA cuando nació en 1996 sólo funcionaba como regulador fiscal. Hoy abarca el manejo de millonarios subsidios y la bendita regulación del comercio externo de granos, carnes y lácteos. Siendo coordinado por personas “sin ningún tipo de experiencia en el agro”, me remarca el diario de hoy… “¡¿Cómo quieren que me sienta?!”.

Los datos se siguen acumulando uno a uno y me convenzo más. Están desarrollados con una sutileza magistral y todo nacido de un simple número redondo.

No puedo permitir que me siga denigrando el maldito ONCCA… Sub-informado hasta la muerte seguiré luchando por encontrar la verdad detrás de todo este chamuyo…

En fin, los números no mienten…

Mi idea aún sigue vacante… ¡Qué desgracia! Abu, jugale al 17 la próxima…

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