domingo, 27 de septiembre de 2009

Fundamentalista

Me exalté. Me precipité. Me dejé llevar. Me tranquilicé. Me calmé, pero algo quedó dentro. Golpea fuerte, cuando lo quieras venir a buscar…

El camino sutil de una vida ajetreada marca mis pasos y los ruidos eternos que culminan en el interior no son sordos aunque queramos evitarlos oír.

Hoy me dispuse a contar los minutos mientras escuchaba caer las gotas de lluvia desde la ventana. Parece una tontería de algún ser sobrenatural que columpia sus ideas en un ir y venir intrascendente para el mundo que lo rodea, pero sabe perfectamente que en su mundo interno es el momento más preciado que se puede percibir.

Alguien me dijo allá a lo lejos en el tiempo, con una mano sincera lo siguiente: “Esa experiencia la notás solamente vos”. Las pequeñeces en las que me detengo tal vez le dé la razón al sagaz compañero que vive en el piso de arriba. Perdonen si no les comenté previamente pero este edificio tiene sus particularidades y no podría explicarles el bullicio que se genera a cada instante; aquí dentro.

Análisis; cálculos; observaciones métricas repetidas; saturación de información; cortes tangenciales y un golpe al pensamiento. Así vive y se desvive el maestro que me dio sus sabias palabras.

Yo desde más abajo me detengo a contagiar el sentido de los mínimos detalles. “¿Dónde se van las lágrimas una vez que se disponen salir? ¿Cuál es su recorrido y máxima expresión al marcar sigilosa su trayectoria en el rostro?”. Esa pregunta que me hicieron, terminó por plantearme la necesaria tarea de descubrir cuál es la magia que se despliega en los pequeños sentidos.

Y así empecé. ¿Cuál es el punto final de un tenue chispazo alrededor del fuego a la hora de arder? ¿Qué camino tiene aquella ceniza fría una vez que su luz predecesora se extinguió? ¿Por qué hace aquel ruido furioso el viento al golpear contra los árboles?

Trato de encontrar la manera de comprender el furor que generaría tener música personalizada en esa ventisca. Así lo planteó el viejo de arriba: “¿No estaría buenísimo que el Zonda tuviese su propia banda de sonido? Entonces, en vez de escuchar una y otra vez el mismo ritual que ensordece a los oídos; el “ring-tone” variaría según el gusto de cada uno. Yo, antes que el ruido del viento prefiero sentir el placer de una melodía distinta según crea necesario. Una canción de los Beatles los lunes. Un tema de Andrés Calamaro los martes. Arjona para los miércoles. Intérpretes de lujo los jueves de la mano de Charly Garcia o Fito Páez, si está nublado. Para los viernes un sutil de Queen. El fin de semana preparamos algo distinto: sábados con un Regeetone y el domingo nos calmamos con música celta… ¿No sería espectacular?".

Yo me abstuve de opinar; me dediqué a sentir el viento hablar… música para mis oídos.
Esas son aquellas pequeñas cosas en las que prefiero posar mis sentidos.

Este quinto piso en el cual me encuentro a pesar de todo, es bastante acogedor, de pequeñas dimensiones pero siempre confortable. Aviso antes que nada que el timbre no funciona. El portero no siempre atiende correctamente y tengo vecinos un poco desorganizados. Es una vecindad particular.

Abajo viven dos hermanos. Son gemelos, con lo que ello conlleva, pero realmente no se parecen en nada. Mientras uno es eminentemente deportista y con una tonificación envidiable; el otro es medio holgazán y prefiere echarse a menos. Mientras uno es vivaz, amistoso y amable; el otro es un chanta, arrogante y oportunista. Mientras uno es soñador, le fascina el aire libre y disfruta de cada momento; el otro es apático, calculador y pesimista con la vida. Hasta en sus ideas políticas son diferentes. Mientras el primero se dedica de lleno en la búsqueda de una igualdad fraternal en pos de un mejoramiento de la humanidad; el segundo se dedica a aprovecharse de los demás, discrimina y es egoísta absolutamente… Paradojas; los hermanos se quieren, tienen una relación única a pesar que tomen direcciones diferentes; sea derecha o izquierda. Por momentos no se sabe cuál es cuál. Cosas de edificios…

La lluvia continúa; los minutos siguen pasando y el relato se prorroga…

Hace poco, un conflicto de consorcio llevó las riendas tensas del vecindario hasta las últimas consecuencias.

¿Sabés lo que pasa? Mucho en mi no creen. Dicen que estoy medio loco. Que por confianzudo las malas vueltas están justamente a la vuelta de la esquina. Que por dubitativo te pasan por arriba. Que es mejor que decidan otros por vos cuando no mostrás el fino arte de la actitud parsimoniosa en tus venas. Soy paciente; no me desespero por lo que me digan. Yo sigo indemne por más que de arriba me quieran gritar.

El viejo loco lo supo desde siempre. Comprendía que le iba a ganar y por eso está cascarrabias.

El ajedrez es así. Táctica y estrategia están a la orden del día. Para algunos una partida es mejor que otras pero los pasos en falso pueden costar muy caro. Moví el alfil para ponerlo en jaque. El viejo gritó desesperado porque no le salían las cosas. Hace mucho tiempo que el genio no perdía un juego y ésta no quería que fuese la ocasión de quiebre. Yo soy un novato en este deporte pero con un diseño tranquilo y el ataque fortalecido, me tenía fe para conseguir una victoria.

Jaque al rey. El viejo experimentado tiró la pieza madre del juego y el triunfo fue un hecho. El desafío estaba planteado y el resultado fue favorable. Así es cómo gané respeto en este edificio.

Soy diferente al resto y lo entiendo cuando me critican. Suelo sentir cosas que los demás no. Solidario y egoísta a la vez. Orgullo y humildad se interponen entre sí. Alegre y triste al unísono. Fortaleza y debilidad son características que se superponen dentro. Cálido y frio por momentos, muchas veces no me termino de acostumbrar a mí mismo.

Esos avatares que te hacen sentir confundido; esos golpes de efecto trascendentales son parte del camino que se recorre a cada impulso. Es por eso que soy especial. Pero siento que hay millones como yo que les pasa exactamente lo mismo.

Nos lastimamos a nosotros mismos cuando no lo pretendemos. Generamos corazas supuestamente protectoras, pero las rompemos al instante sin darnos cuenta. Somos kamikazes letales del sentimiento. Somos conscientes de nuestra inconsciencia. Comprendemos nuestra resistencia a la comprensión. Entendemos el rechazo al entendimiento.

En fin, somos fundamentalistas a cada latido y poseemos una caja de sorpresas para todo el que nos quiera conocer…

Se despejó el cielo. Dejó de llover. Ya no cuento los minutos…

Me exalté. Me precipité. Me dejé llevar. Me tranquilicé. Me calmé, pero algo quedó dentro. Golpea fuerte, cuando lo quieras venir a buscar…

1 comentario:

  1. Hermoso! Un comentario: en mi blog "Muerte de una lágrima" es un tanto la respuesta a la pregúnta "¿A dónde van a parar las lágrimas?".
    Somos fundamentalistas a cada instantes, somos tequieristas, somos kamikazes, somos yogis, somos aire, agua, fuego, tierra y somos también el quinto elemento: amor.
    Estamos hechos en base al amor, definido como simple impulso vestido de sentimiento. A veces cruel, a veces orgulloso, a veces altanero y hasta no correspondido. Pero estoy segura de una cosa...Siempre es hermoso recibirlo.

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