jueves, 19 de noviembre de 2009

Poeta erótico

Yo busco el placer terrenal...

Exploro la sensación particular...

Indago el panorama presente al tacto...

Ausculto la fisonomia con minusiocidad...

Verifico la expresión sensorial de cada punto cardinal...

Inspecciono todo gesto elemental de similitud acariciada...

Sentencio cada mirada letal que sucumbe en ese preciso instante...

Sobrepaso el límite sospechado frente a cada envión explícito...

Rompo el esquema figurativo que refuerzan las sutilezas aparentes...

Desvisto el velo escondido que remarca lo desconocido...

Doy paso al instinto que el humano soltó...

Desciendo al sitio inexpresivo de la máxima expresión...

Asciendo al lugar donde la razón paga pensión y manda la pasión...

miércoles, 18 de noviembre de 2009

Clark Kent...

Notario evaluador de hechos comprobables...
Voluntarioso y pertinaz buscador de verdades...
Austero sacerdote de la desconfianza pública...
Desentrañador de intrigas...
Acrata furioso lanzado contra todos los abusos del poder...
Ojos y oídos del pueblo...
Develador de injusticias...
Indagador del presente...
Periodista tal y como fuera construido por el deseo de la libertad...
Dibujo social del hombre poderoso y débil con un oficio más digno cuanto más humilde...
La utopía del periodismo...

***Tato Contissa

miércoles, 11 de noviembre de 2009

El reino del revés

“Es un pueblo digno de su historia. Es una patria justa; soberana y con interés en su futuro. Somos los herederos de un terreno fértil en fortalezas y carisma. Ganamos el prestigio por lanzados a una victoria irrefutable que nuestros antepasados festejaron con evidente alegría. Somos los responsables de que este sistema siga funcionando con la grandeza que se merece. Prepárense para la guerra todos aquellos que no tengan la suma intención de continuar este legado grandioso que le ha dado Dios a este país tan formidable. Me arrodillo ante vosotros. Somos un reino en serio…”.

El preámbulo de la constitución es muy fácil de aprender para aquellos que cada año juran la bandera y suplican al cielo la inexorable circunstancia que le dio la vida de transcurrir su paso por el mundo, en estas tierras bendecidas por el orgullo.

Les voy a contar quien soy. Esa es la manera de comenzar, ya que si no, van a notarse perdidos a lo largo del relato y se quedarán preguntando una y mil veces: ¿Por qué pusiste ese título si no tiene nada que ver con la historia que contás?
Bueno, no sigan todo al pie de la letra muchachos.

Mis amigos me dicen Felipe. De hecho, mi documento también dice Felipe. Soy un historiador sagaz, consciente de los hechos que hicieron las veces de parangón suculento y los quiebres en ese mismo devenir histórico. Las transformaciones en los paradigmas son mi especialidad, pero mayor es mi curiosidad cuando me topo con tramas secretas que ningún otro colega haya podido descubrir. Tengo una simpatía extrema; explico las problemáticas con una lucidez envidiable y además conformé una nueva manera de contar la historia. Es por eso que la gente me quiere; me respeta y más aún: volvió a leer los sucesos históricos gracias a esa posibilidad que les brindé.

Como diría mi sobrino: “Esa forma de contar las cosas van como pigna; tío”. Sepan comprender. Mi sobrino tiene problemas para pronunciar la Ñ. Algo que es hereditario.

Estos son datos que poco tienen que ver con lo que les pensaba contar en un principio. La verdad es que cuando lo vi en los diarios no lo pude creer, pero mejor les paso a explicar con lujo de detalles.

La semana pasada ingresé a la biblioteca nacional “Cuatro cabezas piensan mejor que una” (sí, así se llama la institución) y me topé con datos certeros sobre un asunto muy peculiar.

Resulta que hace decenas de años, en un territorio alejado de la enorme urbe capitalina, existía un pueblo ínfimo; muy pequeño y dominado por un poder bastante anacrónico. Es que en pleno auge de los parlamentarismos y la democracia puesta en boga, en el lugar al que hago referencia existía un hombre, que según sus propias palabras que se transcribían en un documento añejo y ya prácticamente destrozado por el paso del tiempo: “Acá se hace lo que yo digo y me la banco. Le pongo el pecho a las balas y esto se demuestra a cada paso que doy”.

Es así como el extraño dictador comenzó a lanzar decretos particularmente curiosos al aire y todos los ciudadanos de ese pueblo debían cumplir las benditas peticiones del señor.

A modo de lista de supermercado salen con fritas los siguientes pedidos:

Comunicado número 1.

Nadie debe bailar con los pies

A partir de ahora: 2 + 2 da como resultado 3

Los bebes deben usar barba y bigote

Desde hoy, un año durará lo que un mes.


Estas son algunas de las locas ideas del presidente honorario del pueblo en cuestión.

Pero hay una ley, de las primeras que me quedé analizando, que se refería a la importancia de la actuación de los medios de comunicación.

Según el decreto 22.222; los títulos en los periódicos deberían contrastar absolutamente con lo que se diagrame en el cuerpo de la noticia. Ergo, cada uno de los postulados en gigantes letras negras a la hora de llamar la atención, deberían contradecir de una vez y para siempre todo lo que diga posteriormente el periodista en los párrafos siguientes.

Así fue como en una de los primeros informes periodísticos regidos por la nueva ordenanza, el gran diario del pueblo tituló:

“El que quiera venir que venga; que le presentaremos batalla”

En la bajada de la nota se ampliaba diciendo que los dichos eran propiedad de un presidente de facto de un país vecino que impulsó desde sus palabras la inmediata necesidad de luchar en una guerra ante el imperio opresor. La nota en sí, hacía referencia a los pronunciamientos de un borracho, que tirado en una esquina, a metros de un bar céntrico, jugaba a la batalla naval con un poste de luz y al que pretendió ganarle amenazándolo ferozmente con aquellos dichos. La cuestión es que (todo según la nota redactada) el alumbrado no se movió de su infranqueable lugar y el mismísimo borracho se sumió en la más dura de las derrotas.

Hundido…

La formidable utilización en combinación del título y su texto correspondiente fue un elogio rotundo para dar el OK a tamaña ley emanada desde el Ejecutivo.

Este método periodístico fue ganando adeptos con el correr de los años, y el pueblo comenzó a entender cada vez más, la manera de tratar la realidad que tenían los medios de comunicación.

Un amigo periodista me contó de qué se trataba toda esta perorata informativa que se usaba en aquellos tiempos.

Mario me explicó a la perfección este formato novedoso.

“Se trata de la inversión del orden de la información”, se envalentonó con sumo interés.

“Una veintena de datos hacen a una noticia. Todos deberían confluir al cumplimiento de las preguntas básicas que el periodismo ha clavado en el frontispicio de su fatua catedral: “Qué, quién, cómo, cuándo, dónde y por qué.” Este listado parece más una regla nemotécnica que un procedimiento narrativo, aún cuando sea las dos cosas".

Cuando comenzó su explicación sobre la importancia del periodismo en la actualidad y su formación ética que se vanagloria hoy en día, yo aún me había quedado inmerso en la palabra: “Frontispicio”. ¿Qué carajo será? Ni a Simón Bolivar lo he visto documentar esa palabra en alguno de sus discursos.

Pero Mario continuaba su clase de ética periodística:

“Como ovejas arriadas por unos necios pero pertinaces perros pastores, la veintena de datos que hacen a la noticia son acorralados en la necesidad del título. Si lo que hace falta es un caso de “acoso sexual”, cada dato-oveja que pueda por ambigüedad o imprecisión alentar la sospecha es traído al frente del corral, hacia la zona de la primera mirada del lector, oyente o televidente. Por el contrario, los datos-ovejas que impongan dudas sobre la veracidad del título deberán ser confinados a los fondos del corral o directamente desalojados”.

Mario ya empezaba a preocuparme por su estado de salud mental al involucrar a los datos con ovejas y el acoso sexual. Quizás sea un pastor reprimido, todavía no lo sé. Esos gustos no están a mi alcance de historiador.

Pero lo importante lo voy entendiendo y así le doy un pantallazo de lo que creo haber comprendido de su entusiasta explicación.

Parece ser que los medios de comunicación se apropiaron de ciertos métodos que se legalizaron de la mano de este patriarca desquiciado y entonces cuando dijo a viva voz que no debería haber congruencia entre el título y la nota periodística, los muchachos de la pluma fácil decidieron de buenas a primeras llevar a cabo esa promesa y a partir de allí los relatos modificaron su veracidad. Ahora la necesidad de un titular fuerte es fundamental para atraer la visión del público.

Naturalmente la quimera es abrir las mentes de la audiencia para que lea desde el vamos un título alentador y conciso que le permita conocer la realidad a su manera y luego en el texto que jamás será leído de forma íntegra, contar lo que se les dé la gana… total nadie se dará cuenta que hablan de otra situación.

La inversión de la noticia está a flor de piel y entonces un mecanismo que inauguró un loco se transformó en éticamente posible para todos los medios de comunicación.

Así fue cómo leí anoche algo que me hizo sonreír.

El presidente extraño dijo el 6 de noviembre de vaya uno a saber qué año:

“Hay que ir al baño con linterna”

En un nuevo decreto particular del pueblo olvidado, los medios pusieron en tela de juicio ese título que conmovió al público, que ya pensaba dónde conseguir pilas a las 4 de la mañana si por casualidad caducaban su utilización en el mismo momento que la naturaleza llamara por las noches.

Pero la nota hablaba sobre los ahorros fundamentales, en el transcurso de un periodo importante, de la energía que estaba en baja. La necesidad de imponer ciertas ideas para no gastar en desmedida esos recursos que le son bendecidas al pueblo.

Y los medios siguieron al pie del cañón lo que la ley anterior decía por más que pudieran crispar los ánimos del público con el presidente.

La inversión de la noticia es hoy un paradigma más en las formas de manipulación informativa y todo se lo debemos a una ley extraña nacida de la mente de un loco.

Esos son los hechos que hay que relatar en la historia. Darle un vuelco de 180 grados a cómo contar lo que sucede en el devenir histórico. Algo parecido a lo que hacen los medios de comunicación.

No sé si el título del relato tendrá que ver con el texto, pero realmente es muy interesante este reino del revés…

miércoles, 4 de noviembre de 2009

El Guasón bahiense

Michael se eleva por los cielos con una plasticidad mágica que jamás se ha visto en la historia de este deporte. Estira el brazo derecho como si fuese un “boby-goma” de color. Encesta el balón y los dos puntos por esa volcada le dan la victoria a un equipo de por sí extraño. Al gran Jordan lo abraza Bugs Bunny. Le da vueltas alrededor, cual remolino enfurecido, un Demonio de Tazmania alegre porque no será esclavizado hasta la eternidad por aquellos marcianos de una galaxia lejana. Lola Bunny somete a todos sus artilugios de seducción y mientras le da un beso sutil y certero al enorme basquetbolista negro, el conejo azul (perdidamente enamorado de ella) se queda mirando atónico.

Michael salva el día. Es un gran campeón y el básquet está de para bienes. En un salto espacial (para los extranjeros: Space Jam) vuelve a tierra firme, donde la aburrida y cotizada vida del ex número uno de la pelota naranja se deviene en un banquito esperando el Home Run de otro deporte típicamente norteamericano (que en estas líneas no voy a traducir, porque tampoco entiendo).

¿Acaso nosotros no tenemos el orgullo de ser los números uno en todo? Y entonces el mundo que se deleite. Michael, no te pongas celoso de Manu, pero si vos pudiste dar algunos pases y rebotes en el tablero con el Pato Lucas y todo el universo caricaturesco de la Warner Bros… ¿Por qué nuestro compatriota argento no podía llamar a Bruno Diaz y aliarse a un espectáculo único?

Bueno, el show-time no se dio del todo en la cancha, pero sí de la mano de los medios de comunicación que tomaron la noticia de una forma claramente marketinera.

Paso revista de lo sucedido:

A Ginóbilli lo conocen todos, imagino. El loco nacido en Bahía Blanca tuvo una idea magistral en medio de un partido oficial en el inicio de la temporada regular de la NBA (National Basquet Asociation –o castellanizado: Negros Bien Altos).

Luego de un rebote formidable tomado para anotar un triple fascinante y con el deleite inesperado de todo un público ávido de grandes acciones del Show, Emanuel vio a un murciélago dando vueltas por el perímetro de juego. Analizó brevemente las posibilidades concretas de tomarlo con sus manos y quitarlo de un impulso para que no interrumpiera el desarrollo del encuentro.

Análisis en la cabeza de Manu:

“El murciélago (pongámosle Graziani) está entrometiéndose en un terreno indebido. Es menester de un gran hombre como yo, sacar este estorbo del lugar que no le corresponde. La temperatura ambiente ronda los 24 grados Celsius. La mano está sudada luego de 30 minutos de juego intenso. La toalla para secarme está lejos, al otro lado del perímetro, en un banco de suplentes repleto de compañeros embobados con la rubia terrible que lanzo un grito estremecedor desde la tribuna inferior, al ver al bicho volador en medio de un partido de básquet. Soy el único capaz de atraparlo y continuar como si nada. La velocidad inicial es de cero. Estoy en punto muerto pero debo alcanzar una velocidad final cercana a los 21 kilómetros por hora para entorpecer de un sopetón el vuelo furibundo del animal. A la cuenta de tres y sin que me vea el árbitro voy a salir disparado a enfrentar a Graziani. Uno… dos… yaaaaa!”.

Todo el mundo está desconcertado. Mientras los negros bien altos de su equipo luchaban en la mitad del campo por una agresión fortísima que determinó la expulsión de un par de jugadores y la batahola acostumbrada en este tipo de eventos; Manu quedó atónito. Con una sonrisa de oreja a oreja, saludaba con estilo, a un murciélago estropeado.

Halloween daba para todo. Incluso la participación en un partido de este calibre, de un animal de las noches, que por su ceguera no pudo evitar la atrapada a lo jardinero derecho de un Manu atento.

Los medios hicieron su parte y la banalización es obra y gracia de este mecanismo inquisidor.

Un loco profesor me dijo hace poco:

“Banalizar es conferir anestesias y castraciones a lo que puede no ser banal. Eso es más que peligroso, sobre todo si se ejecuta sobre realidades que el ser humano tiene como vital el comprender”. Yo no entendía ni J; pero él seguía.

“Los dispositivos productivos trabajan una suerte de estandarización sobre los hechos que alimentan la maquinaria informativa. Por cierto que esto no es patrimonio de ningún medio en especial, sino una decisión productiva que se aloja en la totalidad del sistema mediático con mayor o menor evidencia y que busca calar hondo en el humor y el temperamento de las audiencias”. ¿Qué dice este tipo?

Cerró la idea con esta frase mortal: “Nada es tan importante que merezca ser tratado de otra manera que no sea la manera de los medios y nada es tan poco importante que no adquiera relevancia cuando es tratado por los medios de comunicación”.

Ahora sí entendí.

En los medios de comunicación entra en escena algo llamado banalización y como tal, utilizan ciertos parámetros informativos que desvirtúan la realidad de la cual emanan como hechos aislados, pero concatenados, a la vez, por un contexto evidente.

El partido de básquet es uno más de los tantos que existen por temporada en la NBA, la liga más importante de este deporte, en el mundo civilizado.

La sección deportes en los medios se nutren de esas informaciones. Es algo habitual y no deja librado nada al azar; más si Manu Ginóbilli, argento por naturaleza y un ejemplo a seguir por su porte y mensaje constante a los chicos fanatizados con el bahiense, entra en escena.

Pero los medios encontraron una veta que Manu les dio como un alimento crucial para la subsistencia de una noticia anodina que sirve para anestesiar de entretenimiento al público.

El profe loco me había sugerido la idea y ahora lo comprendo. Me vuelven a la cabeza ciertos párrafos de su explicación sobre el tema:

“El hombre es un tipo que se arroja a su sofá al final del día, y hay que brindarle una información que le ingrese casi osmóticamente. Y no hay que preocuparlo demasiado, pues seguro que la preocupación le movilizará el pulgar del zaping, que cae con la misma fuerza asesina que el pulgar del César en los circos romanos. Por eso banalizar es una acción imprescindible”.

Entretener es el magma de donde deben salir las informaciones y las noticias; sólo buscan satisfacer esa característica. La clave en todo esto es someter la precisión y la búsqueda de veracidad en las noticias a un rastreo elemental de entretenimiento, ya que esa es la piedra angular para entrar en el diagrama informativo.

No es pertinente poner a pensar al tipo que nos está viendo; escuchando o leyendo, sino que primordialmente hay que desestructurarlo, darle masajes placenteros de obras descafeinadas provistas de una azucarada realidad leve y sin trasgresiones al mal gusto. No se debe ahuyentar con pesadez porque cae pesado a la hora de la cena.
Lo importante es alivianar ese peso con toques mágicos de aromatizantes en barata que sirven de anzuelo para pescar a un público que sabe y pretende lo que quiere.

A esa audiencia abúlica se la alimenta con dosis sutiles de desinterés e informaciones marcadamente desinformantes. Entretener es la cuestión más elemental. Banalizar es su nombre de pila.

Manu hizo las veces de un villano de turno al que Batman hubiese atacado con sus artilugios de superhéroe sin superpoderes.

Los medios reprodujeron lo que hizo Ginóbilli: hoy es un “Cazamurcielagos”; el mejor plagicida del momento y un ídolo de multitudes en Internet a partir de la innumerable cantidad de videos que se subieron a la Web con su fascinante atrapada del murciélago.

Los periodistas poco más y casi le hacen una entrevista al mismo animal que fue agredido por el basquetbolista. Creo, además, que llamaron al mismísimo actor que encarno al hombre murciélago en la película; y Manu ya anda buscando el número de teléfono de Gatubela. Son escollos en los cuales hay que meterse cuando entretener es la idea principal.

Manu andá a darte la vacuna antirrábica; ese murciélago está enojado…

Michael está envidiando a su colega. Bugs come zanahorias como nunca antes, de lo ansioso que se pone al saber que Batman es más importante que él. En fin, todo puedo ocurrir en plena noche de Halloween...