lunes, 5 de octubre de 2009

PRIP

“Pienso Realizar Impresionante Película”. Esas fueron las palabras que leí en un mensaje de texto a las 2 de la mañana. El número era de mi hermano así que supuse que era un chiste. El ringtone de Calamaro me despertó y ya no pude volver a pegar un ojo. Le respondí: “Perfecto, Relatamelá. Imagino Peliculón”. No recibí respuestas. Creí que era una broma. Hoy en la mañana me di cuenta que estaba incurriendo en un error.

Pizarrón en frente y con un semblante único, el pibe del mensaje trasnochado salió al ruedo con una explicación que envidiaría cualquier cineasta avispado.
Se sacó los lentes y comenzó a relatar: “La historia transcurre en un pueblo alejado de las grandes urbes, donde el campo es el emblema del lugar y cada uno de los habitantes vive y disfruta de lo que ese mismo sector agropecuario le brinda. Dentro de esa escena de paz, armonía y tranquilidad hay un oscuro mundo signado por las agrupaciones clandestinas, asociaciones de mala vida y personas con una ética un tanto endeble”. Ya mi cara había tornado a un gesto de interés por lo que me contaba.
“Dos familias están en el centro de una disputa por poder, riquezas y amores que superan lo imaginado. Todavía no tengo nombres que puedan surcar por mi cabeza así que sólo te comento los grandes rasgos de los hechos que pienso filmar”. Yo ya no sabía si creer en lo que estaba viendo o seguirle el juego hasta donde pudiera, ya que según tenía entendido hasta esa noche: Mi hermano no sabía nada de cómo filmar una película.

Pero el muchacho comenzó a analizar la trama del relato con una minuciosidad evidente. “El pueblo es manejado por un Mister Gobernador; jerarca que la sabe lunga. Tiene un carisma único y comprende lo que quiere y posee. Es el mandamás del lugar y cualquier piscuí que pretenda meterse con él, estará jugando con fuego. Ahora bien, el tipo empieza a cimentar un poder eterno que no entra en discusión. Pero de la nada y como si fuese poco, supongamos que entra un familiar en escena a copar la parada (llamémosle “primo”). Luego de varias disputas en su pasado y con algunos juegos sucios de por medio, terminan compitiendo cabeza a cabeza en un duelo político atroz. Así es como los dos tipos se juegan el futuro de un pueblo entero en medio de una gran crisis familiar”. La historia comienza a tomar color.

El hermano cineasta continúa: “Ahora empiezan a tallar viejos recuerdos; personajes olvidados que nunca se van y amores desprevenidos que sucumben a una realidad actual que ya está asustada de tanto ida y vuelta. Acuerdos y conflictos están a la orden del día. Para triunfar sin sobresaltos, el Mister Gobernador se alía con un viejo conocido suyo que supo ser jerarca en otro tiempo. Paradojas, este personaje (un tal “Tato”) con el que ahora se habla en pos de una victoria, hasta hace muy poco tiempo era el francotirador que tenía como blanco favorito al mismísimo Todopoderoso. Sí, el Gobernador se alío con un tipo que poco antes lo trataba de corrupto. Pero bue, la política es así.

Por si fuese poco, el Señor todopoderoso tiene la venia del vicepresidente de la Nación. Un tipo astuto que toda la población no sabe a lo que juega pero supone que tiene las reglas claras para llevar adelante (al menos eso esperamos todos). El número 2 del Poder Ejecutivo de la República, está en un conflicto serio con su compañero/a de fórmula. Pero esa ya es otra macrohistoria que aún no tengo bien en claro. Mejor sigo con el relato familiar que está muy bueno; escuchá”. Yo ya me sentía un poco mareado pero intrigado, así que continué prestando atención.

“El Señor Gobernador, ni lerdo ni perezoso, en los últimos años tuvo un trayecto político tranquilo gracias a la mano salvadora del Gobierno nacional. Pero en poco tiempo vio que las papas comenzaban a quemarse y decidió de buenas a primeras dejar de extender la mano al Gobierno central. Político le dicen…” Mis gestos le daban la razón. Seguía: “Acá aparece nuevamente el familiar vengador. El “primo” que vino al pueblo a salvar la reputación. A demostrar que él es el salvador que debe volver a las viejas andanzas de antes, cuando era EL Gobernador del pueblo. Para muchos, todo tiempo pasado fue mejor… Para tratar de vencer, no encontró mejor camino que alinearse con un tal “Pocho”. Ese muchacho es un histórico político de la zona que vuelve a escena (o mejor dicho, nunca se fue) y ahora pretende reivindicar el estirpe familiar. Perdón, no te dije: `Pocho` es hermano mayor de `Tato`, el tipo con quien se alió el Mister Gobernador”. A esta altura los nombres comenzaban a confundirme y empezaba a pensar que mi hermano estaba delirando, pero dejé que cerrara su historia.

“Ahora aparece un tercero en discordia. Todas las películas lo tienen, la mía también, ¿Por qué no? El muchachito, joven y casi sin experiencia que lleva de aliado a un sinnúmero de grupitos minúsculos en pos de destronar el poder familiar. Para eso tiene en la mano una carta totalmente solvente. Es el alfil del mismísimo gobierno central. Además tiene entre sus filas al actual vicegobernador. Eso quiere decir que al Mister Gobernador le están jugando sucio por detrás. ¿Recordás lo que te comenté del vicepresidente?”.

Yo perdí la mirada y dejé posar mi vista sobre los lentes de mi hermano que estaban junto al estuche en medio de la mesa del living. Comenzaron a mezclarse ideas dentro de mi cabeza. Sabía que en algún lugar había escuchado todo este lio pero no comprendía bien en dónde.

Este simple sincretismo que sucumbió mi mente tiene una sutil explicación. Esa magia eterna que tienen los medios de comunicación masiva para tratar de atraer con el filo de su mano santificada a una gran cantidad de audiencia es el fino objetivo. Cuando miro la televisión, hago zapping y descubro el mundo informativo; así confirmo la fantasía. El “señor comercio” anda dando vueltas y se lleva todas consigo. Lo recomendable es seguirle el juego y así es como en vez de ser éticos, los periodistas dedican su tiempo a agrupar escuadrones de público para que vean lo que tienen para mostrarles. Porque ese público siempre tiene la razón y lo que desea debe ser satisfecho, mi idea es armar algo que pueda no sólo llamar la atención de mi gente habitual, seguidora y compañera, sino que debo extender los mecanismos para que más público pueda tener la posibilidad de observar lo que hago.

Audiencia, que están en tu casa; santificado sea tu nombre. Véngase a nosotros tu dedo. Hágase tu voluntad tanto en la tele como en la radio. Danos hoy nuestro rating de cada día. Perdona nuestros programas segmentarios; como nosotros también perdonamos a la gente elitista. No nos dejes caer de la tabla de Ibope y líbranos del zapping… Amen…

El público amorfo es la confusión instantánea y la audiencia es el objetivo primordial. Ya no se busca mostrarle la realidad a un ciudadano que en pos de sus derechos constitucionales necesita ser informado para poder aplicar sus criterios en la realidad que le toca vivir, siendo funcional a la Opinión pública. Ahora la clave es mostrar un producto categórico capaz de absorber la atención de una mayor cantidad de gente para que el número mágico del rating suba. Cantidad en desmedro de la calidad. ¡Qué frase arrogante la mía! “!Soberbio de mierda! ¡Dale un poco de alegría y diversión al pueblo!”, me dirían.

Lo cierto es que acá no interviene tanto el espectáculo y la cuestión interesante de cada tema, sino una mezcla evidente entre posturas con tal de sazonar con una pizca de dulce a la más cruda realidad. Y a su vez, cortar con acidez informativa al más burdo empalagamiento de los productos novelescos. Para los fanáticos de uno y otro género, ambos se entremezclan. Ya pueden ver todo. Mientras Santo Biasatti luego de una noticia terrible referida al asesinato de una familia entera a manos de unos malvivientes, saca el celular que tiene escondido y dice a viva voz: “Mandá Noti al 2020 para enterarte de lo que está ocurriendo en el país y en el mundo”, con una cara sonriente de las pocas veces se la ha visto (más bien, nunca); y por otro lado aparecen tres hermanos que pretenden vengar la muerte de su padre y en el medio hay conflictos políticos de todo tipo; poder; amores encontrados y tramoyas de las que la ficción nos tiene acostumbrado y sacó de la más cruda realidad. Ya no sólo para “Valientes” es ver ese tipo de historias… Ahora todos están invitados.
La mezcla es un hecho. Recomiendo no mezclar. Hace mal al cuerpo si uno no está acostumbrado. Yo ya me siento acostumbrado y cuando mi hermano me contó el final de la historia comprendí todo.

Cierre hollywoodense: “El desafío político es claro. El pueblo vota y los resultados están a la vista. Las dudas comienzan a carcomer la impaciencia de los personajes de la película y el público se intriga. Los conflictos asoman a flor de piel; las riñas en las calles se multiplican y la campaña continúa. Hay balotaje. El final está abierto… Película para informados”.

“Película sobre la Realidad Institucional Provincial”. El mensaje perdido que mi hermano me había mandado en la madrugada como respuesta, recién llegó cuando él se había ido con el pizarrón en mano.

Pensé en ese momento que no era joda… Le mandé un mensaje apurado: “En cualquier momento podés recibir el Premio Reina Isabel Primera. Suerte.”

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