martes, 18 de mayo de 2010

Con razón

Está sujeto el Sujeto. Es objeto el Sujeto. Es tácita la maniobra. Es directa la secuencia. Es indirecta la manipulación. Es taxativa la conclusión.

Se repite una vez más para que no queden dudas del circulo vicioso en el cual se desarrolla el sistema: los medios de comunicación masiva, aquellos que en la actualidad se entronan como un poder concentrado, en los que se manipulan desde su interior la friolera arquetípica de la realidad, tienen una preponderancia vital en la conformación del Sujeto posmoderno con el cual convivimos hoy en día.

El que tenga alguna duda, que hable ahora o calle para siempre. La sentencia es firme y el juez que es parte de este asunto, paradójicamente, está involucrado dentro de la maraña de intereses particulares a solventar.

El auge del neoliberalismo que explotó hace algunos años en la mayor parte del mundo va encontrando, a medida que pasa el tiempo, nuevos horizontes en donde desarrollar su hambre de gloria. Y los medios emprenden con este esquema, una vil encerrona donde el Sujeto se encuentra consigo mismo.

Repito para no caer en facilismos. El Sujeto no es pasivo ante la comunicación que le brindan. Muestra una coraza corpórea que le permite tamizar en sentidos diversos lo que le llega desde los medios de comunicación. Ya quedó lejos en el tiempo la tan mentada aguja hipodérmica.

Breve discurso apocalíptico al respecto:

Sus ideólogos expresaban que los procesos irracionales en una eminente sociedad de masas, marcadas por el aislamiento y la enajenación; sumada al desarrollo espectacular de los medios de comunicación, hacen que la teoría dé sus frutos en este contexto. Se supone que la manipulación es posible, pues un mensaje se vehiculizará por los medios y mediante un estimulo concreto, se inyectará ese placebo mensajero, dando en el blanco justo.

Regla matemática: entre el emisor y el receptor; entre el estímulo y la respuesta, no hay ninguna intermediación que impida conseguir los objetivos. “Hay una relación directa de causa-efecto de forma mecánica. Es posible, porque frente a un poder enorme de medios de comunicación de masas, no hay ningún elemento de resistencia” .

Error. El Sujeto es activo. Pero la manipulación sobre la realidad en la cual circunda, se hace carne mientras él debe mostrarse fortalecido para no dejarse manipular por esos discursos con los cuales se cruza todo el tiempo. No hacerse carne de cañón para los medios.

El problema es que el capitalismo feroz mostró las fauces y en él, la palabra es santificada cuando surge del pedestal mediático. En la sociedad red informacional de Manuel Castells, los centros de comunicación son la base elemental y el papel de las corporaciones informativas es cada vez más evidente.

“Ante semejantes discursos, las distinciones entre imagen y realidad, entre experiencia de primera y de segunda mano complican la situación de la comunicación. El desvanecimiento de las verdades y la autenticidad de la experiencia, corre el riesgo de desconocer la parte de construcción simbólica que hay tanto en la verdad como en la experiencia” , sostienen John Durhanm y Eric Rothenbulher.

Por eso la necesidad de una desconfianza permanente en pos de dilucidar de la mejor manera posible el semblante de los discursos que se abarrotan en la sociedad.

Pero el neoliberalismo hace de las suyas. No es el liberalismo que la ilustración promovió. La neoverdad; mejor dicho, la novedad, está en su interior.

A grandes rasgos, es una manera de organizar la vida en el mundo a partir de la concepción de un capitalismo radical que absolutiza el mercado y lo convierte en el medio, el método y el fin de todo comportamiento humano inteligente y racional. Sí, se meten con la razón. Son los hijos de puta neoliberales.

El mercado absoluto exige una libertad total. Es decir, que no haya restricciones financieras, laborales, tecnológicas o administrativas. Vive a puro ajuste y apertura de las fronteras.

Voy aclarando. Con esta idea empiezo a desistir sobre los argumentos de mi teoría que llevaron a la exacerbación actual. Porque hoy el crecimiento cuantitativo es el magma sideral y no la plenitud de los hombres y mujeres que viven en él. La razón de ser es la economía. Y su razón de vivir es el crecimiento por el crecimiento mismo. ¿Para qué la plenitud del Sujeto?

Es que restringen la intervención del Estado hasta despojarlo de la responsabilidad de garantizar los bienes mínimos que se merece todo ciudadano como persona. Se eliminan todos los programas generales de creación de oportunidades y los sustituyen por apoyos ocasionales a grupos focalizados.

Actualmente, el neoliberalismo al oponerse a la intervención redistributiva del Estado, perpetúa la desigualdad socioeconómica tradicional y la acrecienta. Este sistema introduce el criterio de que solamente el mercado posee la virtud de asignar eficientemente los recursos y fijar a los diversos actores sociales los niveles de ingresos. Se abandonan así los esfuerzos por alcanzar la justicia social mediante una estructura progresiva de impuestos y una asignación del gasto público que privilegie a los más desfavorecidos; y se dejan de lado intentos por la democratización de la propiedad accionaria o la reforma agraria integral.

Parece que me hubieran dado una dosis doble de populismo. Ya volveré sobre este asunto para analizar que no es tan así.

Sí, puede sonar paradójico, pero realmente me aborrece la idea: el neo, no me convence en lo más mínimo. El liberalismo perdió su magia que tenía al nacer.

Items y más ítems para agarrarse la cabeza.

1) Concepción del ser humano como valioso únicamente por su capacidad de generar ingresos y tener éxito en los mercados.

2) Incentivar la carrera por poseer y consumir.

3) Exacerbar el individualismo y la competencia llevando al olvido el sentido de comunidad, y produciendo la destrucción de la integridad humana y ecológica.

4) Expresar política de ajuste y apertura.

5) Restringir la intervención del Estado hasta despojarlo de la posibilidad de garantizar los bienes comunes mínimos que se merece todo ciudadano por ser persona.

6) Eliminar los programas generales de creación de oportunidades para todos y sustituirlos por apoyos ocasionales a grupos focalizados.

7) Privatizar empresas bajo la premisa de que la administración privada es mejor que la pública.

8) Abrir las fronteras para mercancías, capitales y flujos financieros y dejar sin suficiente protección a los pequeños productores.

9) Eliminar obstáculos que podrían imponer las legislaciones que protegen a los obreros.

10) Liberar de impuestos y de obligaciones a grupos poderosos.

10 mandamientos de un sistema que el Sujeto posmoderno está dispuesto a solventar pero indispuesto a reclamar.

Los medios de comunicación facilitan que se lleven a cabo aún en contra de lo que puede ocasionar en cada uno. Son las manivelas de un shock tendiente a menoscabar al Sujeto.

En palabras de Naomi Klein:

“Está equivocada la historia oficial al afirmar que el triunfo del capitalismo nace de la libertad y que el libre mercado desregulado va de la mano de la democracia. En lugar de eso, el neoliberalismo ha surgido en un brutal parto cuyas comadronas han sido la violencia y la coerción, infligidas en el cuerpo político colectivo así como en innumerables cuerpos individuales. La historia del libre mercado contemporáneo y el auge del corporativismo ha sido escrito con letras de shock” .

Es simple lo que propone. El nuevo modelo económico tan extendido entre libertades y privatizaciones, tiene una raigambre en las sacudidas espasmódicas y certeras a la psicología del Sujeto. Tiene en su raíz una fortaleza de puros choques eléctricos que intentan debilitar la armonía de la sociedad. Y si mientras en un momento pretende dejar todo librado al sometimiento del status quo, del que los medios son parte esencial, es porque primero debió implantarse de aquella manera, en las venas de la cultura.

Las dictaduras son la piedra basal de una estructura que, entiende, debe imponer la fuerza, a fuerza de una razón aparente. Pues el neoliberalismo debió realizar un cambio tan drástico en las ideas que se venían implementando (Estado de bienestar de por medio), que la única manera que encontró para sobreponerse es con la violencia reglamentada. Había una razón de ser. Hay una razón que sostener y el nido se construyó para ese pichón a golpes estruendosos, en los que la tortura era palabra corriente en las bocas de quienes utilizaban picanas en sus manos, y no desapareció de las mentes que lo padecieron, nunca más.

Vuelvo a Klein para ejemplificar, en este caso con la evidencia de Latinoamérica de esta terapia sofisticada y rudimentaria al mismo tiempo.

“Tres formas de shock convergen en los cuerpos de los ciudadanos latinoamericanos y en el cuerpo político de la zona, desatando un huracán sin fin de destrucción y reconstrucción mutuamente reforzadas. Eliminación y creación en un ciclo monstruoso. El choque del golpe militar preparó el terreno de la terapia de shock económica. El shock de las cámaras de tortura y el terror que causaban en el pueblo impedían cualquier oposición frente a la introducción de medidas económicas. Una victoria global” .

Me podrán criticar que la modernidad y el auge de la Razón como conformadora de un estilo de vida se llevaron a cabo de forma similar. Podrán decir, a la larga, que el choque se produjo en la relación con culturas que no anteponían a la razón como curso elemental para el desarrollo humano. Podrán incluso explicitar que en esa relación, nuestra cultura era la única existente y el quí de la cuestión era aculturizar con estos paradigmas a la extensión del mundo.

Pero hay una sutil diferencia: la diferencia.

La violencia dictatorial, enfática para solventar herramientas al sistema neoliberal, sólo en el germen se parece a la violencia patriarcal, enfática para solventar herramientas al sistema liberal.

Razones parecidas, métodos similares, instancias contrarias.

La perspectiva varía y en esto hay algo personal, pues voy dando cuenta de las transformaciones no deseadas.

La razón se erigió en la superioridad y lejos de arrogarse un lugar privilegiado, tomó las riendas del asunto y se dispuso a distribuir sus argumentos de buena conducta que debían llevar a las sociedades al desarrollo permanente. Esta era mi idea. Por eso, quienes lejos estaban de este climax razonado, lejos iban a quedar de progresar. La aculturación se hacía necesaria.

Una relación “nosotros-otros” en permanente ida y vuelta. Nosotros, bien. Otros, mal. Regla de tres simples.

A pesar de las críticas de Chantal Mouffe.

“Un rasgo central del pensamiento liberal es la creencia racionalista en la posibilidad de un consenso universal basado en la razón. No hay duda entonces de que lo político constituye su punto ciego. Lo político no puede ser comprendido por el racionalismo liberal, por la sencilla razón de que todo racionalismo consistente necesita negar la irreductibilidad del antagonismo. El liberalismo debe negar el antagonismo, ya que al destacar el momento ineludible de la decisión (en el sentido profundo de tener que decidir en un terreno indecidible) lo que el antagonismo revela es el límite mismo de todo consenso racional” .

Cierto y no tanto. Lejos estoy de creer que el liberalismo no entiende el don político. El envión de la razón tenía en su haber un magma capaz de encender a los Sujetos en pos de la civilización. No se encontraban fronteras, es verdad. La idea era expandir esa civilización gobernada por la razón.

Ya lo habían intentado desde otra perspectiva, a modo de evangelización, cuando Colón y compañía llegaron a América y la religión se tornó en fundamento, causa y efecto de una conquista, donde el Nosotros sobrepasaba al Otro.

Tzvetan Todorov lo sintetiza aludiendo a la conquista de Hernán Cortés sobre los Aztecas:

“En los hechos, la conquista religiosa consiste a menudo en quitar ciertas imágenes de un sitio sagrado y poner otras en su lugar, al tiempo que se preservan. Esto es esencial para los lugares de culto, donde se queman frente a ellos las mismas hierbas aromáticas. Cuenta Cortés: “Los más principales de estos ídolos, y en quien ellos más fe y creencia tenían, derroqué de sus sillas y los hice echar por las escaleras abajo, e hice limpiar aquellas capillas donde los tenían, porque todas estaban llenas de sangre que sacrificaban y puse en ellas imágenes de Nuestra Señora y de otros Santos” .

Tengo una idea que circula por mi cabeza pero entiendo que es el principio de la extinción de todo este pensamiento.

Sin un “otro”, no hay un “nosotros”. Prisma Saussereano, donde la diferencia está en la negatividad y ser lo que no es el de al lado, la civilización occidental de la razón no existiría sin una barbarie a cuestas, a donde apuntar. Paradojas, considero que desaparecida esa otredad, desaparecería el nosotros mismo.

Germen cancerígeno que busca la muerte, sabiendo que si mata al cuerpo donde vive, muere él mismo, la civilización sabe que en la eliminación del otro está su propia muerte y por eso la permanente construcción de “otros” para mantener el status quo estabilizado. Hoy esa función la cumplen al pie de la letra los medios de comunicación. Por eso su discurso explícito en torno a un esquema establecido y las manipulaciones de sus relatos interiores para conformar lo que rodea al Sujeto.

Recurro nuevamente a Mouffe.

“El propósito liberal de aniquilar lo político está destinado al fracaso. Lo político nunca puede ser erradicado porque puede obtener su energía de las más diversas empresas humanas: toda antítesis religiosa, moral, económica, ética o de cualquier otra índole, adquiere un carácter político si es lo suficientemente fuerte como para agrupar eficazmente a los seres humanos en términos de amigo-enemigo” .

Amigo-enemigo. Aliado o adversario. Toda esta particular dicotomía siempre se evidencia en relación a una relación antagónica, como explicaría la misma autora. Esto es claro y acá sí estamos de acuerdo, por eso vuelvo a su palabra.

“El conflicto para ser aceptado como legítimo, debe adoptar una forma que no destruya la asociación política. Esto significa que debe existir algún tipo de vínculo común entre las partes en conflicto, de manera que no traten a sus oponentes como enemigos a ser erradicados, percibiendo sus demandas como ilegítimas” .

Me persigno y sigo. La razón fue perdiendo su lugar pero su envión continuó y hoy provocó este desbarajuste. Vio al otro y lo quiso absorber. Me declaro culpable. Pero el liberalismo que impuso y hoy se exacerba con la mano santificada de las multinacionales, aplican la violencia sobre un “otro” que lejos de querer ser erradicado, hace oídos sordos a sus demandas. Las toma como ilegítimas. Los medios las procesan, las tamizan y las hace propias. Y entonces la relación de nosotros-otros que antaño era trascendente, se vuelve intrascendente.

El poder hegemónico lo detentan unos pocos. Lo amasan unos cuantos y lo padecen millones más. Esta relación siempre fue así, pero fue variando su metodología. Hoy los medios, tiene un papel central y por eso son tan sustanciales para la conformación del sujeto posmoderno.

Ya que hablamos de “hegemonía”, vale el aporte de Antonio Gramsci.

Según su concepto, el poder de las clases dominantes sobre las demás, sobretodo en el capistalismo, no está dado simplemente por el control de los aparatos represivos del Estado (aquí hablamos más arriba sobre las dictaduras), pues si así lo fuera dicho poder sería relativamente fácil de derrocar. Dicho poder está dado fundamentalmente por la “hegemonía cultural que las clases dominantes logran ejercer sobre las sometidas, a través del sistema educativo, de las instituciones religiosas y de los medios de comunicación” . A través de ellos, “las clases dominantes educan a los dominados para que parezca algo natural y convincente, inhibiendo a su potencial revolucionario” .

Así, por ejemplo, en nombre de la "nación" o de la "patria", las clases dominantes generan en el pueblo el sentimiento de identidad con aquellas, de unión sagrada con los explotadores, en contra de un enemigo exterior y en favor de un supuesto "destino nacional". Se conforma así un "bloque hegemónico" que amalgama a todas las clases sociales en torno a un proyecto.

Así fue con la razón ilustrada de los siglos pasados. Esa es la estructura, la armazón y el sentido arquitectónico que impulso el cambio de una era a la otra y permitió que la razón se erigiera como un nuevo Dios.

Fui variando mi idea, pues soy humano. Ni soy el completo racionalista que es Rene Descartes. Ni soy el absoluto empirista que es David Hume. El término medio me cabe a la perfección. Sé que debo pensar, pero existo en este mundo y debo analizar lo que ocurre para saber lo que ocurre.

Y hoy ocurre que la hegemonía del tiempo razonado se desfasó y la irracionalidad empolló sus huevos en la estructura que vi nacer y teoricé. Por eso que el germen de su destrucción está en su nacimiento. Y la aniquilación la encamina en su desarrollo. La autodestrucción es evidente.

Veo con otros ojos lo que ocurre. La relación “nosotros-otros” debe mermar en su búsqueda de desaparición, sino dejará de existir. Hay una razón para que la razón siga viviendo.

Y vuelven a aparecer los medios en el camino. Con la violencia completa no se resuelve nada. Hoy la hegemonía si funciona para que el neoliberalismo se aliste como estandarte, debe recurrir a los medios. El discurso se envalentona para dar paso al status quo sintético.

En palabras de Ernesto Laclau:

“El único horizonte totalizador posible está dado por una parcialidad (la fuerza hegemónica) que asume la representación de una totalidad mítica. En términos lacanianos: un objeto es elevado a la dignidad de la cosa. En ese sentido, el objeto de la investidura hegemónica no constituye un segundón respecto de la cosa real, que sería una sociedad totalmente reconciliada (la cual como totalidad sistémica, no requeriría ni investidura ni hegemonía). Es simplemente el nombre que recibe la plenitud dentro de un determinado horizonte histórico, que como objeto parcial de una investidura hegemónica es el punto de partida de adhesiones profundas” .

Quien se posiciona en el poder, lo detenta. Quien tiene el poder lo maneja. Quien utiliza el poder lo manifiesta, y los medios son un medio, pues la hegemonía de su discurso asoman como la armadura que encorseta a la realidad en la cual viven los sujetos.

Los intereses particulares se hacen sociales. Las ganancias sociales se hacen particulares y la hegemonía que detenta sus lazos con el poder, pueden hacer y deshacer mientras logren detentarlo. El discurso que roza la sociedad está sondeando todo y el Sujeto debe estar atento para no ser manipulado.

Tan fortalecida de herramientas y argumentos es la palabra, que los discursos, por su construcción, generan temor en la falta de entendimiento.

Viajo a Bulgaria para tomar ideas de Todorov nuevamente, pero esta vez no para hablar sobre Cortés, sino de Moctezuma.

“Durante la primera fase de la conquista, cuando los españoles todavía están cerca de la costa, el principal mensaje que envía Moctezuma es que no quiere que haya intercambio de mensajes. No está simplemente asustado por el contenido de los relatos, sino que se muestra incapaz de comunicar. Esta parálisis simboliza ya la derrota, puesto que el soberano azteca es ante todo un amo de la palabra –acto social por excelencia- y que la renuncia al lenguaje es la confesión de un fracaso. En Moctezuma se asocian en forma totalmente coherente este miedo a la información recibida y el miedo a la información solicitada” .

En la América conquistada o en la Europa racionalista. En el África postcolonial o el Asia del imperio victoriano. O en este mundo globalizado, la información es necesaria y la comunicación vital. Las ideas son prioritarias y las maneras de hacerlas saber son clave. La relación nosotros-otros, siempre está presente y vuelvo a repetir que en la desaparición de la dicotomía está el germen de la destrucción de cada uno de sus componentes. Por eso los firmes lazos que se asocian para que eso no ocurra y el status quo se mantenga.

Para esto, la simbolización y abstracción conceptual de la realidad es básica, como hizo Cortés en la conquista. La identidad es fundamental y su representación está argumentada por los discursos.

Así como se expresó lo de Nación y Patria para solventar un sentimiento de identidad, esto interactúa desde el poder hegemónico con la construcción paso a paso de “significantes vacios”, según explicaría el mismo Laclau.

Las demandas heterogéneas se abroquelan en una unidad que debería tener una coherencia. Y eso se anida a partir de la preponderancia de un sector que se erige en hegemónico e instaura su necesidad como total componente de la totalidad social. Distribuye significantes que va variando y las hace universales para arremeter con el status quo. Aquí, los medios otra vez en escena.

El autor lo explicaría así:

“La identidad popular se vuelve cada vez más plena desde el punto de vista extensivo, ya que representa una cadena siempre mayor de demandas; pero se vuelve intensivamente más pobre, porque debe despojarse de contenidos particulares a fin de abarcar demandas sociales que son totalmente heterogéneas entre sí. Esto es: una identidad popular funciona como un significante tendientemente vacío” .

Y ese vacío se llena de valor con la entronización de valores por parte de una hegemonía que toma su lugar particular como universal. Así ocurre en cada tiempo y espacio. Cada visión política y cultural se entrelaza en la sociedad por momentos anteriores que sucumben desde el interior de la historia. Procesos que permiten modificar el curso de lo que ocurrirá después.

Así como la América conquistada fue fundamental para la Europa racionalista. Y Este viejo continente para el África postcolonial. Y todo esto para el mundo globalizado actual. Paso a paso se van construyendo secuencias que por su vacío se van complementando en significaciones que se arrogan el poder, se entablan como mandamases y se instauran como poder hegemónico.

Todos con métodos distintos. Método que hoy lejos de la violencia física a modo de shock, se evidencia como violencia simbólica desde el discurso, donde los medios son la ley y la relación nosotros-otros permanece en vilo.

Relación que cada Sujeto debe tener en cuenta como activo para no ser manipulado como tal.

Sentencia de que todo va cambiando de un lugar a otro. De una palabra a la otra. De una idea a la otra. Y de una teoría a la otra.

Tengo razones para cambiar mi postura original.

viernes, 7 de mayo de 2010

De sensación hablamos

Sensación, es palabra repetida. Pero siempre encuentra nuevos argumentos para hacerse presente.

Ya sea en un viento tenue sobre terreno adormecido. Ya sea un sabor primordial en los gustos predestinados. Ya sea un simple correr que el tacto alecciona y compromete con todos sus sentidos. Ya sea en tu imaginación esta noche.

En fin, siempre está presente. Pues de sensación hablamos...

jueves, 6 de mayo de 2010

A imagen y semejanza

El perfil derecho es el que más me favorece. Lo noté con el tiempo. Entre las miles de fotografías que tengo en el placard y millones en la computadora, siempre destaco aquellas en las que mi rostro se inclina hacia la izquierda y luzco la belleza de mi cara. Eso es para entendidos, obvio; las estrellas en el firmamento somos así.

El tema es que la imagen no es todo en esta vida, aunque este tiempo ha notificado algo concreto: vivimos y nos desarrollamos en una vida desarrollada a partir de la imagen. Santo ícono que desempeña el trabajo minucioso de representar todo. La vista es el sentido por excelencia y le da sentido al mundo, alejando la importancia del resto de los aspectos sensoriales que el humano contiene.

Imagen y tecnología son una combinación letal para la reproducción simétrica. En la modernidad, esto se notó a diestra y siniestra. Walter Benjamin se refirió a este problema central de la cultura, con pleno auge en el siglo XX. Analizó los cambios producidos en la recepción de las imágenes a partir de la técnica y destacó que todo este entramado trajo aparejado “una nueva sensibilidad que es la del acercamiento” . Esa posibilidad se materializó en la fotografía y en el cine, pero hoy también podemos determinar que se extendió al resto de los medios de comunicación masiva. Así, se promueve un nuevo tipo de existencia de los objetos y de la relación con ellos.

El colega postuló un término que quedará en el recuerdo con un aura especial en la cultura actual. El “valor aurático es la manifestación irrepetible de una lejanía, por más cerca que pueda estar” y representa la formulación del valor cultural de una obra determinada en categoría de espacio y tiempo. Hoy, con la desaparición del aura, se produce un desplazamiento de la distancia cultural en los procesos de recepción.

Y es que Benajamin lo diría así:

“La reproductividad técnica emancipa a la obra artística de existencia parasitaria en un ritual. La obra reproducida se convierte, en medida siempre creciente, en reproducción de una obra artística dispuesta para ser reproducida” .

Traducido al idioma nuestro de cada día, lejos de los complicados filósofos: la capacidad de la tecnología para reproducir de forma masiva una representación de la imagen, hace que la serie reproducida sólo mantenga su valor en cuanto reproducción. Por lo cual, el elemento original pierde su mística y el sistema populariza aquello que sólo estaba establecido para el mantenimiento del original.

Obra y gracia de la técnica desarrollada en la modernidad y los ideales precursores de la ciencia en pos de un progreso ilimitado, la imagen se reproduce y la democratización cultural icónica abre sus puertas al mundo. Los medios de comunicación, ni lerdos ni perezosos, van a sacar una tajada favorable de todo esto. La influencia de la imagen es sustancial; sus consecuencia, visibles.

Por la misma época en que Benjamin analizaba el poder de la reproducción técnica; el cine estaba extendiéndose. Y un creador innato como Sergéi Eisenstein, sostuvo la siguiente idea a partir de la fortaleza de las imágenes.

“Fundándose en la reflexología pavloviana, (el cineasta ruso) suponía que cada estimulo entrañaba una respuesta calculable y por consiguiente, luego de un largo y complejo proceso, podría preverse y dominarse la reacción emocional e intelectual de un espectador ante una película dada. Una concepción mecánica que cayó en desgracia al entender que el espectador es influenciado por las imágenes, pero no tiene un carácter pasivo ante ellas, sino que demuestra una acción concreta que le permite discernirlas y apropiárselas” , aclara Jacques Aumount al hablar sobre la teoría del soviético y la importancia que fue adquiriendo la imagen en la sociedad.

No es tan lineal la secuencia. No es tan sencillo el entramado comunicativo de las imágenes y su percepción para determinar que serán absorbidas contundentemente por los sujetos. Ahí vuelve aparecer el tema de la publicidad que explicaba Matelart y la fortaleza de esos mecanismos para tocar el punto justo en el Sujeto.

“Es un núcleo central en la esfera pública. Sector privilegiado de la producción del acontecimiento técnico, es decir del que se crea a partir de artificios visuales o sonoros, provocando una brusca alteración que rompe la continuidad de la información y aviva la atención de las audiencias. La publicidad es también el laboratorio de vanguardia de la cultura de masas” , sentenciaba.

Vamos por partes.

Considero que si la imagen se reproduce infinitas veces, como se es capaz hoy mediante la tecnología, sus referentes pierden el estimulo consagratorio que los hacen únicos. A tal punto llega esta sistematización en serie, que el valor del origen se desvanece. Y entonces, ¿existe la realidad referencial?

Vuelvo hacerle caso a Galeano y deliro un poco en este mundo, como aclaré al principio, y me pregunto:

¿Cómo explicarle al Sujeto que la realidad ya no es referente y como diría Jean Baudrillard, todo se conforma a partir de la hiperrealidad?

¿Cómo encausar el pensamiento de un hombre al cual se le demuestra en todo momento que aquello a lo que siempre se hace referencia, no existe más que en la viva imagen de lo que supuestamente existe?

¿Cómo describir esto en simples palabras sin que se anulen en el tiempo y sirva para concientizar a todos, de los problemas que acarrea para el Sujeto tenerse a él como referente, si lo que lo rodea no es tal?

Es tarea de los filósofos eso. A mi juego me llamaron.

“Se ha producido un giro del dispositivo panóptico de vigilancia hacia un sistema de disuasión, donde está abolida la distinción entre lo pasivo y lo activo. Se acabó el imperativo de sumisión al modelo o la mirada. Usted es el modelo, usted es la mayoría. Tal es la vertiente de una socialización hiperrealista donde lo real se confunde con el modelo, como en la operación estadística, donde lo real se confunde con el médium. Usted es la información, usted es lo social, usted es la noticia y le concierte a usted tener la palabra” , aclama el francés.

La realidad se arma a imagen y semejanza de un status quo que pretende implementar el sistema, de la mano de los medios de comunicación masiva. Allí se introduce el Sujeto y encuentra el discurso consciente que llama al inconsciente. Por eso el sujeto posmoderno se ve a sí mismo como un todo y la nada a la vez. Es su referente y se anula en un mismo paso. Disfruta de la realidad que le abroquelan entre tanda y tanda mientras se posa en el centro de la escena. La sentencia podría ser letal y la comparto: la realidad no existe, es sólo simulación y vive en la imagen referente de algo que no existe, pues es simple signo abstracto.

Vuelvo a repetir lo que dije al principio. Reformulo y compruebo: el objeto de estudio constante de la cultura en esta posmodernidad es la centralidad del Sujeto. Los medios de comunicación, fieles exponentes de una agenda discursiva y la temática que circula en la sociedad, le da letra. Con la publicidad le da consumo. Con el zapping le da el poder. Con la realidad, lo somete.

La imagen se reproduce una y otra vez. Y una vez más, por las dudas. La realidad se hace de ellas y mientras veo desde el sillón aquello que me vienen diciendo desde que me levanté, yo conformo el engranaje social elemental de ese dispositivo que vive de las imágenes, pero que no sabemos si existen realmente. Pues la imagen es la imagen y su referente ya no sabemos si existe.

Permítanme dudar, pues la duda es la jactancia de los intelectuales.

Es fácil para los medios conformar la realidad para conformar al Sujeto. Y entonces desde que toma aquel café hasta que pone el despertador a la noche, la repetición instantánea del discurso televisivo da golpes de cincel a la psiquis del hombre. Pequeños martillazos, como diría algún colega más cercano en el tiempo. Mientras eso sucede, dormimos creyendo en nuestra centralidad.

Hace poco leí un artículo que expresaba en pocas palabras, algunos ítems que describo:

“Las nuevas formas de discriminación y segregación; el auge de los regionalismos; los lugares de hundimiento; la globalización y los efectos promovidos por los medios de comunicación calan hondo en la subjetividad del hombre actual. Son vicisitudes de un síntoma en el discurso capitalista” .

Voy a volver un poco a los cimientos de mi teoría para poner a consideración el párrafo anterior.

Rememoración racionalista, el sentimiento de un placer o de un disgusto, impide al Sujeto llegar a la reflexión. Por eso el imperativo conceptual sería: “actúa de tal manera que la máxima de tu voluntad pueda valerse siempre como principio de una regla que sea para todos” . Repito: el universalismo es la ley; la ley se hace universal. Hay que dejar fuera a lo que no permita la reflexión. Y eso va para todos.

Eso se consigue de una manera específica, porque así como los sentidos siempre nos juegan una mala pasada, el Sujeto es más virtuoso cuando renuncia a sus inclinaciones sensibles particulares reflejadas en esos sentidos. Son patologías que es preferible evitar.

Anoten bien: la ley moral como principio de determinación de la voluntad y así evitar nuestras inclinaciones sensibles. Eso provoca dolor, que es la virtud mayor cuando se reniega del placer. Este está en la razón, si se quiere sintetizar.

Cuanto más se renuncia a las sensaciones, mayor es el virtuosismo del Sujeto. Pero el Sujeto posmoderno se vale de ellas, de la búsqueda del placer inmediato y la necesidad de sustanciar esos impulsos, pues la razón ya no cumple la función de gran relato que se vivía en una época anterior.

Sigmund Freud creyó corromper todo este esquema de un hondazo. Supone que de buenas a primeras puede lograr simplificar que esta estructura se caiga. ¡Qué inconsciente por Dios!

Según este tipo, la concreción de esos placeres en torno a la canalización del inconsciente mediante la objetivización de las pulsiones llevan a encausar al Sujeto. El hombre busca el goce instantáneo y su represión más que ayudarlo a ser virtuoso, lo perjudica. Gran cambio de un discurso al otro.

Y la cultura actual le está dando la razón. Paradojas le dicen.

¡Qué inconsciente fui!

En el discurso actual opera fundamentalmente el mercado, un tanto mundial, que busca uniformar los modos de gozar. Los productos de la tecnología que, para taponar la división del Sujeto, bombardean constantemente con una oferta saturada de bienes descartables. Y sí, los medios de comunicación vuelven a estar en el centro de la pantalla y la publicidad en la cima con su trono al mando. Consumismo y taponamiento de la causa del deseo por la invasión de productos del mercado, son el quí de la cuestión.

Jacques Lacan se anticipó y profetizó el presente: “procedimientos de homogeneización; desintegración del concepto de experiencia; desaparición de la memoria; declinación de la imagen paterna; planetarización de la mirada” .

No hay referentes. Hay imágenes distorsionadas. No hay noción de tiempo y espacio. Hay visión absoluta. No hay memoria, ni razón. Hay Sujeto y canalización del placer.

Entonces puedo compartir esta idea. La hiperrealidad de Buadrillard suplanta al realismo, y mágicamente las imágenes del televisor anulan la verdadera realidad. Pues quizás no exista. Ese es el problema de confiar en emociones que ahuyentan lo verdaderamente importante y la moral desaparece con los rayos catódicos.

En palabras del autor francés:

“Aquello que toda una sociedad busca al continuar produciendo y reproduciendo, es resucitar lo real que se le escapa. Por eso, tal producción material se convierte hoy en hiperreal. Retiene todos los rasgos y discursos de la producción tradicional, pero no es más que una metáfora. De este modo, los hiperrealistas fijan con un parecido alucinante una realidad de la que se ha esfumado todo el sentido y toda la profundidad y la energía de la representación. Así, el hiperrealismo de la simulación se traduce por doquier en el alucinante parecido de lo real consigo mismo” .

La imagen lo condiciona todo y la realidad que según Baudrillard es un desierto, se representa mediante esta simulación que lo hace lucir distinto. Se vive de puros síntomas y las condiciones de escape de esa realidad. Justamente, fiel reflejo del Sujeto actual al que los medios de comunicación vuelven a condicionar con la construcción del armazón de la realidad.

De allí la necesaria desconfianza. Lo esencial del descrédito. La fascinación por la duda. Y el pedido por la indagación de cada punto que posibilite su verificación. La razón, sin más palabras.

“Las comunicaciones masivas colocan imágenes en el lugar de los hechos y los relatos en el lugar de la verdad. Además, y precisamente porque son los mediadores de la experiencia, los medios son agentes de alienación. Excluyen toda experiencia real: la que consiste en estar presente cuando el evento ocurre. Se dice que nuestra civilización ha llegado en este sentido a tal punto que ya no se pude asistir a un espectáculo deportivo sin llevar una televisión portátil” , argumentan John Durham Peters y Eric Rothenbuhler.

Cierto y simple. Seré filósofo pero soy humano. Seré racional pero soy hincha de fútbol. Seré un fundamentalista de la moral, pero el “Granate” me puede. Y el gol del otro día en la cancha, pretendí volver a vivirlo, pero ahí cuando lo necesité, la repetición instantánea no estaba.

Fíjense hasta qué punto el Sujeto se posesionó con los medios. Fíjense hasta qué punto los medios se posesionaron del Sujeto.

Es evidente. La construcción de la realidad es un hecho y la realidad se esa construcción está hecha a imagen y semejanza de lo que pretenden los medios. Fiel reflejo de lo que pretende la sociedad. Auténtico patrón de lo que tienen en mente los sujetos de la actualidad. “Fantasía o realidad, a esta historia le da igual”.