martes, 27 de octubre de 2009

Lobo del hombre

Hay que reconocerlo; el tipo la hacía bien. Tenía que sufrirnos una y otra vez, pero se las rebuscaba para mostrar, al menos, un poco interesante lo que es prácticamente aburrido para el 98% de la sociedad. Hoy me acordé de él. Por algo será…

Su nombre es Pablo Bana, y era el profesor de historia en el colegio. Por si fuera poco andar hilvanando datos sobre Juan Manuel de Rosas y sus peripecias en el gobierno de la Buenos Aires añeja; o los incontrastables apuntes que analizaba en medio de la clase sobre la tardía unificación alemana e italiana en las últimas décadas del siglo XIX; el maestro tenía otra gran pasión con la que intentaba abrir las cabezas de sus alumnos.

A saber: La siempre malograda “Teoría política”, que dotada de un material sumamente abultado, apuntaba justo a las mentes de los pibes con sutilezas mágicas.

Imagínense ustedes la siguiente situación: Obligado a mostrar el panorama de los teóricos contractualistas (unos filósofos piantados que lo único que desean es el sufrimiento de los estudiantes) que inspeccionaron el panorama social de sus respectivas épocas para intentar entender con una minuciosidad evidente, cómo se construye la relación entre los individuos y la sociedad en la cual desempeñan su vida cotidiana. Y así saber cuál era el mejor método en la utilización de un Estado y un Gobierno central capaz de darle las mejores herramientas a esos individuos para vivir en paz y armonía.

Si me fue complicado explicar en 5 renglones; pónganse en el lugar del pobre profesor que debía abrirnos las cabezas a unos jóvenes de 17 años, que en lo que menos pensábamos era sobre la “Voluntad general” de los pueblos en su desempeño democrático. A decir verdad, lo único que recordaba de esas clases eran las frases sagaces de estos autores. “El hombre es el lobo del hombre”, se repetía hasta al hartazgo.

Y así fue como Bana sacaba sus armas de seducción: “Yo sé que a ustedes les chupa un huevo estas cosas que les digo. Son datos que no tienen importancia y realmente si yo fuera ustedes estaría insultando al profesor a dos manos; pero aunque no lo crean, este quilombo de formas de pensar son fundamentales para su vida y deben entenderlas para su bien. Les va a servir mucho en el futuro”. Los cambios abruptos entre la furia y la compasión iban variando según la temperatura ambiente.

El profe seguía: “Sinceramente para mi es una mierda dar esta clase a ustedes; yo preferiría hablar sobre la goleada de ayer que le hicimos a los amargos de Banfield” (sí, Bana es hincha de Lanús como el que escribe estas líneas… y esa goleada nunca ocurrió, pero permítanme tener un poco de imaginación).

Realmente, el tipo era un personaje extraño y hacía lo imposible para mostrar entretenido algo que es netamente insoportable.

Así explicó una de sus clases memorables: “¿A Norberto Bobbio lo conocen? –las caras disimulaban una perplejidad evidente--, bueno; hoy lo van a sufrir como nunca. Van a desear nunca haber escuchado hablar sobre él. Hobbes es un muchacho paranoico que se la daba de guapo y no se levantaba una mina. Decía a viva voz que todos los hombres eran egoístas; desquiciados; arrogantes y vivían de sus impulsos a cada minuto. Para que puedan sobrevivir a tan nefasta realidad que muestra la naturaleza humana; lo mejor era armar un Estado fuerte, potente, ágil y emblemático que no le dé lugar a dudas para actuar y así someter al hombre en este camino hacia la armonía”. (Todos se quedaron pensando en lo boludo que era el tipo, que no se podía levantar una mina).

Pero Bana no desistía en su comentario: “El guacho la tenía clara. Había que poner mano dura porque sino los hombres se matarían entre sí. Agradecemos al absolutismo monárquico que nos brindó la libertad para vivir; que es nuestro más preciado derecho. ¿Los demás para que los quiero? Que se los quede el Estado. Entonces cedían todas sus libertades, por la más importante: Vivir. Como somos unos humanos pelotudos que no sabemos vivir dignamente con la paz interna; debemos llamar al Estado para que nos ayude en ese camino. Unos vivos bárbaros somos…”.

El profesor imponía su esfuerzo para simplemente entretener con algo que no resulta en lo más mínimo entretenido. Era la magia de Pablo. Banalizarnos.

Independiente está a punto de inaugurar su nuevo estadio que tiene una similitud muy grande a las enormes estructuras del futbol inglés. Una piedra angular inigualable en medio del subdesarrollo. La edificación cuenta con herramientas únicas y una tecnología de punta… --punta que aún no alcanza en su nivel futbolístico--. Colón es el rival y los pibes van a salir a la cancha con el objetivo de disfrutar de un espectáculo eterno que quedará en el recuerdo de todos sus hinchas.

El mismo recuerdo que me quedó al ver las imágenes por televisión de un hecho delictivo particular, pergeñado por simpatizantes de su vecino de enfrente al que denominaremos “Academia”. Celos; envidia; tristezas por realidades diferentes; resultados desfavorables; todo es un combo para que la pasión explote de forma malsana y algunos para canalizarla no tienen la mejor idea que mostrarla agresivamente.

Así fue como la tele aclamaba: “Varios hinchas de Racing entraron a punta de pistola por la noche a las instalaciones del `Rojo` y dejaron pintadas en las paredes adyacentes al estadio. Destrozos de equipamientos; maltrato de personal de seguridad y los mensajes mafiosos estaban a la orden del día”. Policial puro; se comenzó a desvirtuar para entretener.

Es deporte. Hay que darle un toque más relajado. Mayor flexibilidad. No tan rígido con las informaciones. Vamos a brindarle un poco de entretenimiento; ese es nuestro objetivo de hoy.

Entre las pintadas en tonos celestes me pareció ver una frase que difícilmente sea pronunciada por los “hinchas caracterizados”.

“Entre la información entretenida y la información concebida como entretenimiento hay una gran distancia”.

No sé si fue un golpe de vista o un recuerdo borroso que me quedó de la noche anterior, pero al ver las imágenes de las agresiones y el tratamiento que le brindaron los medios, pensé en Bana.

La noticia buscó únicamente divertir y distender a un público cansino que no tenía ganas de pensar. El folclore del fútbol hizo su aparición en escena y el duelo de hinchadas estaba instalado. Las agresiones eran parte de un montaje archiconocido al cual había que darle lugar entre los rayos catódicos.

Lo que pretende el público es entretenimiento puro y es por eso que tratamos la información como tal. Ahí salen a flote los personajes del momento hablando en el mundillo del fútbol, lo que significa esta embestida contra las instalaciones del “Rojo” y lo aún más trascendental: las envidias que subyugan en el interior de los hinchas de la “Acadé” al ver a su eterno rival en un progreso evidente.

Así es como el locutor pone de manifiesto los mensajes de la gente entre los que se recuerda todo el trayecto que vivenció Independiente, siendo inquilino en la cancha de Racing durante un par de campeonatos hasta que finalizara la construcción de su casa.

Banalizar es la prioridad y en vez de darle un cause funcional a lo que pasó, entendiendo lo grave de la situación sobre un clima futbolístico hostil que se contagia de una realidad violenta de por sí concisa sobre otros puntos sociales; se toma todo lo contrario y se impone el bendito folclore futbolero.

Como si la pintura celeste que se derramó en las tribunas de la cancha fuesen una obra de arte del mejor expositor rupestre imponiendo una nueva tendencia en el escenario deportivo, cuando eran las cuatro de la mañana.

Es fundamental comprender ese funcionamiento que lleva a hinchas de un club, realizar estos actos delictivos porque repercuten en la sociedad.
Algo parecido ocurrió la semana anterior cuando el jefe de la barrabrava de Chicago fue ejecutado en pleno asalto que intentó cometer a un supermercado, cerca de la cancha del “Torito”, en Mataderos.

¿Qué pasó? Chicago tenía un partido importante al día siguiente y parte de una de las facciones de la misma hinchada caracterizada empezaron a tirar proyectiles al juez de línea. Sagaz, el tipo esquivo un par de piedrazos pero la puntería es algo que se va afinando con el tiempo y no tardaron en derribarlo como si fuese un jueguito de Sega.

Lo paradójico es que no había público visitante por un dictamen de AFA y entonces la agresión era justamente para suspender el partido y enlutar a su líder.
En el medio: desquicios, conflictos internos por plata, negociados de todo tipo con dirigentes; participaciones políticas de peso evidente y amiguismos incontrastables. Todo eso que sobrepasa a la pasión…

Hechos de conflictividad que no sólo rozan el fútbol y se diseminan por todos los aspectos sociales que se les ocurran. Lenguaje elevado en todos los puntos mediáticos y un respeto a un solo ente. “Al público hay que darle lo que desea”.
Por eso todos estos temas centrales, puros y tensionados, hay que descomprimirlos, someterlos a la liviandad de un “leviete” y elevarlos al cáliz del entretenimiento para no alejar al espectador. La sentencia del zapping es crucial.

Banalización de por medio, los medios se dedican a entretener. Esa es la manera de atraer a un público abúlico y con ansias de reír sin pensar en los problemas de la malograda sociedad. El fútbol es un emblema y antes de someter a juicio los hechos repudiables que se enfrascaron de la mano de un par de delincuentes; es preferible desdramatizar la situación y ponerle un toque de diluyente a tamaña pesadez informativa.

El tratamiento vuelve a ser claro: La gente opina desinteresadamente y el conductor le brinda el lugar para decir a viva voz: ¡¡Aguante el Rojo!!

La trama secreta de las barras y los conflictos internos es sobrepasada por la locuaz voz de un movilero que prefiere hablar alemán, teniendo en cuenta la venida cada vez más cercana de Lothar Matauss a Racing.

Se deja afuera un sinnúmero de datos que permiten esclarecer los hechos o al menos enterarse de lo que ocurrió, para permitirnos cerrar con frases vacías pero alegres, al estilo: “La pelota no se mancha”; en alusión a uno de los mayores filósofos argentinos.

La manera de hablar de la televisión sobre esta temática sólo introduce distención; sólo busca entretener… y lo consigue…

Bana es perspicaz. Sabe de antemano que un tema tan aburrido como la teoría social, difícilmente tenga mella en las mentes de los jóvenes si no encuentra el camino a través del entretenimiento. Buscaba enseñar desde la diversión.

Rememorando a la filosofa, Cindy Loper: “Los medios sólo buscan divertir”. No sé si decía exactamente así pero mi inglés no es muy fluido.

Entretenimiento a la orden del día. La banalización yergue en lo más alto del pedestal mediático a la hora de informar.

Las pasiones hay que domesticarlas, pero cuando sólo encuentran la manera de despertarlas, la clave es dejarlas fluir para que los hombres no se tornen violentos e intenten autodestruirse.

El periodismo se autodestruye buscando la medicina para esas tensiones que aviva fielmente. Las pasiones se recrudecen. Los medios son lobos del hombre…

Bana tenía razón. Hobbes se la da de guapo pero no tiene idea de nada…

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